[2] En un contexto marcado por el final de la Guerra Fría, la XXIV Olimpiada fue la primera desde Múnich 1972 que no vivió un boicot político masivo.
Los tres presidentes que tuvo el Comité Organizador sumaron hasta 14 encuentros oficiales del COI para explicar los últimos avances.
[25] El SLOOC asumió el cálculo presupuestario para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Seúl 1988, que se saldaron con un balance positivo.
La imagen elegida en 1983 fue una representación del sam taegeuk —símbolo de la cultura coreana— con los colores amarillo (humanidad), rojo (tierra) y azul (cielo).
El nombre oficial «Hodori» (호돌이) fue elegido en 1984 por votación popular y es un acrónimo de la palabra «tigre» (en coreano, horangi) con un diminutivo infantil.
[43] Una plantilla formada por 5000 empleados —más de la mitad, voluntarios— prestó servicio tanto en los Juegos Olímpicos como en los Paralímpicos a los 14 501 residentes que pasaron por allí.
No obstante, el país más laureado fue Alemania Oriental con 27 medallas, si bien quedó tercera en la clasificación general al cosechar sólo seis oros.
Carl Lewis, en la final de 100 metros, obtuvo la plusmarca mundial con 9:92 segundos, por delante del británico Linford Christie (9:97, récord europeo) y su compatriota Calvin Smith.
El bronce fue para Estados Unidos, que se quedó fuera de la final por primera vez en su historia al perder frente a la URSS en semifinales.
Estados Unidos lideró el medallero con ocho preseas (tres de oro), seguida por Corea del Sur y Alemania Oriental (dos oros cada una).
En el superpesado destacó el triunfo del canadiense Lennox Lewis, quien años después desarrollaría una exitosa carrera en el Consejo Mundial de Boxeo.
Alemania Oriental dominó tanto la contrarreloj por equipos como la ruta individual en el circuito de Tongillo (Tongil-ro, Seúl), donde su atleta Olaf Ludwig se impuso a los alemanes occidentales Bernd Gröne —plata— y Christian Henn —bronce—.
Arnd Schmitt logró para Alemania Federal el oro en espada individual, pero cayó derrotado en la final por equipos ante Francia, liderada por el seis veces medallista Philippe Riboud en su última participación.
Tras las eliminatorias, ocho equipos alcanzaron los cuartos de final: Suecia, Alemania Federal, Zambia, Italia, Unión Soviética, Argentina, Brasil y Australia.
Gracias a esos títulos, Yelena Shushunova igualó la hazaña de Liudmila Turíshcheva al ganar las cuatro competencias gimnásticas más importantes: JJ.
[63] En gimnasia rítmica, la URSS también ganó la medalla de oro gracias a Marina Lóbach, que compartió podio con la búlgara Adriana Dunavska y bronce con Olexandra Timoshenko.
Aunque China no ganó ningún evento, demostró su tendencia alcista en este deporte con una plata y cuatro bronces, los segundos en número de metales.
Australia sí pudo hacerse con el oro en categoría femenina, al derrotar a Corea del Sur en la final (2:0) con una actuación destacada de la capitana Rechelle Hawkes.
En el individual, el húngaro János Martinek obtuvo la medalla de oro por detrás del italiano Carlo Massullo —plata— y el soviético Vakhtang Iagorashvili —bronce—.
Además, se incluyeron fases preliminares y gran final en varias pruebas, con la intención de hacerlas más atractivas para los espectadores.
[78] En categoría masculina participaron 84 arqueros: Jay Barrs superó al anfitrión Park Sung-soo en el individual, pero en equipos cambiaron las tornas y Corea del Sur venció a Estados Unidos.
En el torneo femenino, compuesto por 8 países, la Unión Soviética ganó el oro frente a Perú, revelación del evento y plata en la mejor participación de su historia.
El taekwondo volvió a ser deporte de exhibición en Barcelona 1992 y no formaría parte del programa oficial hasta Sídney 2000.
[84] Estos fueron los últimos Juegos Olímpicos de dos países que tradicionalmente dominaban el medallero: la Unión Soviética (disuelta en 1991) y la República Democrática Alemana (reunificada en 1990).
[6] El general Park Chung-hee llegó al poder mediante un golpe de Estado en 1960, mantuvo una democracia limitada y en 1972 declaró la ley marcial para gobernar sin oposición hasta su asesinato en 1979.
Durante toda la década se produjeron manifestaciones en las grandes ciudades para reclamar tanto derechos civiles y políticos como elecciones libres.
[11] Los movimientos democráticos vieron en la cita olímpica una gran oportunidad para conseguir sus propósitos,[6] más aún cuando Chun Doo-hwan propuso en 1987 que Roh Tae-woo, expresidente del SLOOC, le sucediera al frente de la presidencia.
[90] El candidato oficialista Roh Tae-woo fue elegido presidente por mayoría simple y llegó a Seúl 1988 como jefe del estado de una democracia multipartidista.
Igual que hicieron los japoneses con Tokio 1964, el gobierno surcoreano quiso utilizar las Olimpiadas para incentivar la inversión extranjera, así como las relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y con la República Popular China, aliados de Corea del Norte.
El presidente del COI, Juan Antonio Samaranch, definió su desarrollo como «los mejores y más universales Juegos Olímpicos de nuestra historia» hasta la fecha.