Kristin Otto

Si 1984 tuvo un sabor agridulce, peor iba a ser 1985, ya que paso el año prácticamente en blanco aquejada de fuertes dolores en las vértebras cervicales que la obligaron incluso a llevar collarín durante varios meses.

Su racha imparable continuó al año siguiente en los europeos de Estrasburgo 1987, con cinco medallas de oro (100 libres, 100 mariposa, 100 espalda, 4 × 100 libres y 4 × 100 estilos), demostrando ser la mejor nadadora del mundo en ese momento.

Así las cosas, todo parecía preparado para tomarse cumplida revancha de su ausencia olímpica en Los Ángeles.

Y ciertamente Kristin no defraudó a nadie, y realizó en la capital coreana la mejor competición de su vida: seis medallas de oro en las seis pruebas que disputó, la primera vez que una deportista (no solo nadadora) conseguía semejante hazaña en unos Juegos, y casi igualando la proeza de Mark Spitz cuando ganó siete oros en 1972.

Esta vez dos medallas de oro en 100 espalda y 4 × 100 estilos, que suponían un broche perfecto para esta gran deportista.

A propósito de esto Otto declaró: "Nadie puede quitarme el éxito que obtuve en Seúl.