Fue compuesto por el maestro español Ramón Carnicer (1828)[n 2] y escrito por el poeta chileno Eusebio Lillo (1847), con estribillo del poeta argentino-chileno Bernardo de Vera (1819), vestigio del primer himno.
[13] Debido a sus «caracteres poéticos [y] tono marcial», tanto el «Himno a la victoria de Yerbas Buenas»[n 4] como el «Himno del Instituto Nacional»[n 5] pueden considerarse los precursores de la canción nacional chilena.
[25] En esta búsqueda hubo contratiempos e intentos fallidos no exentos de polémica.
Inicialmente, Arteaga confió el trabajo al músico peruano José Ravanete,[24][n 6] quien, al verse sobrepasado por la solicitud y no ser capaz de crear algo original en poco tiempo, adaptó el texto a una melodía en contra de la invasión de Napoleón Bonaparte a España (1808).
Para ello, ajustó algunas frases en las que le sobraban hasta cuatro notas; para mantener la melodía completa, agregó a las últimas sílabas de cada estrofa un ripieno como solución:[5]
[5] Posteriormente, Arteaga encargó la composición al violinista y guitarrista[29] Manuel Robles,[24][30] cuya melodía, «una marcha muy enérgica, acorde con las gestas de liberación»,[22] tenía un «inicio solemne en 4/4, 6/8 y allegretto en el estribillo, siempre en tonalidad de la mayor, con intercambio modal en la menor tanto en la estrofa como en el estribillo».
[34] Hubo una propuesta de un nuevo himno nacional —del argentino Juan Crisóstomo Lafinur,[n 9] quien llegó a Chile a fines de 1822— que fue referida por el músico Zapiola:
[38] Egaña encargó la partitura al maestro y compositor dramático español Ramón Carnicer,[n 10] exiliado por liberal en la capital británica entre julio de 1825 y marzo de 1826.
[22] Terminada la lucha independentista y reconocida la independencia chilena por el gobierno español en Madrid el 25 de abril de 1844,[41][42] las relaciones diplomáticas entre Chile y España se establecieron en noviembre siguiente.
[43] Debido a que la «Canción Nacional» se había escrito en 1819, «cuando [...] estaban los ánimos mui exaltados, [su texto] contenía conceptos, i sobre todo palabras ofensivas para la España».
Sin embargo, ambos cuartetos fueron desechados por Lillo, quien decidió conservar el estribillo de Vera.
[3][5] La modificación del himno chileno no estuvo exenta de críticas.
[8] Temáticamente, es una «alabanza o exaltación de Chile»;[8] mientras su coro es una «invocación de los ideales libertarios»,[8] sus seis estrofas tienen caracteres distintos: la primera es histórica, la segunda en parte es histórica y en parte se proyecta al futuro, la tercera y la cuarta son de inspiración bélica, la quinta describe físicamente el país y la sexta en parte completa esa descripción y en parte es de exhortación bélica.
Artículo 3°.- El Ministerio de Educación Pública impartirá las instrucciones necesarias para resguardar el cumplimiento del presente decreto.
[7] Pese a que la interpretación oficial es la «[q]uinta estrofa y coro», establecida en el decreto 260 del 30 de marzo de 1990 del Ministerio del Interior,[7] se utilizan versiones abreviadas o parciales en eventos deportivos llevados a cabo por organismos como el COI y la FIFA.
[47][74] Aunque no hay pruebas de tal competencia, la misma leyenda ha sido aplicada también a otros himnos nacionales.