La razón de ello no hay que buscarla en el ámbito estrictamente militar, sino en el alcance político que se le concedió a la conquista del norte peninsular, única operación dirigida personalmente por el emperador Augusto.Desde aproximadamente el año 50 a. C., sólo los cántabros y los astures mantenían la independencia frente a Roma, aunque ocasionalmente se enrolaban en las tropas auxiliares romanas, como consta para el propio año 50 a. C.-49 a. C., durante las guerras civiles, al servicio de Pompeyo.No es fácil precisar el escenario de la contienda, pero hay datos que apuntan a que en el inicio se extendió hasta tierras astures al menos durante los primeros años de esta.Dos años después de comenzada, en 27 a. C. y en plena campaña militar, se produce un hecho determinante.Hispania queda así dividida en la Baetica, la Lusitania, de nueva creación, y la Tarraconense.Este hecho tiene gran importancia para realizar una contextualización geográfica correcta: En primer lugar, la división se produce, precisamente, como consecuencia y en mitad de la guerra.Al mismo tiempo, se da la circunstancia de que Asturiae y Gallaecia (Asturias y Galicia) quedan encuadradas en la provincia de Lusitania, mientras que Cantabria queda encuadrada en la provincia Citerior, bajo el control directo del emperador César Augusto que se presenta, justo ese mismo año 27 a. C., en tierras cántabras.Este hecho implica expresamente que Cantabria no se consideraba todavía una tierra pacificada y que, por lo tanto, necesitaba tropas bajo el gobierno del legatus augusti propaetore para ser pacificada.En los dos años siguientes se reanudan las hostilidades, consiguiendo Calvisio Sabino y el procónsul Sexto Apuleyo sus triunfos respectivos al mando de las tropas.Ello motivó que el propio Augusto se trasladara a Hispania y al frente de los ejércitos iniciara la importante campaña del año 26 a. C. contra los cántabros.Flavio Arriano describe en este sentido el círculo cántabro (conocido como cantabricus impetus o cantabricus circulus), consistente en una formación de caballería en círculo en la que los jinetes se van rotando para lanzar jabalinas al enemigo, y la carga cántabra, también llamada embestida cántabra o acometida cántabra, que aunque no se detalla en qué consistía, bien podría constar de un ataque frontal y masivo contra las líneas enemigas con el fin de deshacerlas.Esta sería determinante en la resolución del conflicto, puesto que completó el cerco a los cántabros iniciado por las tropas desplazadas en tierra.Es sustituido en 22 a. C. por Cayo Furnio, quien en un principio se parecía a los indígenas, al ser poco experto en cuestiones militares.Posteriormente, este último debe acudir con ayuda del legado de la Lusitania para pacificar a los astures.Bien por la espada, bien por el fuego o, principalmente, envenenándose con pócimas hechas con semillas de tejo, árbol mítico celta, que llevaban preparadas al efecto.No tuvo demasiado éxito debido al fuerte carácter del pueblo cántabro.A pesar de ser masacrado y obligado a bajar al llano, los romanos tuvieron que dejar dos legiones durante unos sesenta años más, la X Gemina y la IV Macedónica.[25] Del segundo libro cabe destacar una conclusión que saca González Echegaray, "el principal elemento distorsionador en la reconstrucción de los acontecimientos narrados por las fuentes clásicas, ya que ha obligado a forzar los textos y ha sido clave del debate historiográfico".
Operaciones militares romanas llevadas a cabo durante la guerra en los dos frentes contra cántabros (
Bellum Cantabricum
) y astures (
Bellum Asturicum
).
Campaña de
Décimo Junio Bruto
del año
137 a. C.
Campaña de
Julio César
del año
61 a. C.
Campaña del año
25 a. C.
Campaña del año
26 a. C.
Las fuentes clásicas señalan la existencia de un estandarte utilizado por los cántabros. El actual
lábaro cántabro
sería una interpretación moderna de esta enseña, dado que no existe una descripción inequívocamente exacta de su forma ni de los colores o símbolos que contenía.