Escribió, además, epístolas (cartas), las últimas de las cuales, dirigida «A los Pisones», es conocida como Arte poética.
Los hexámetros son obras divertidas pero serias, de tono amistoso, lo que llevó al antiguo satírico Persio a comentar: "[Nota 1].
[8] Su ciudad natal, Venosa, se encontraba en una ruta comercial en la región fronteriza entre Apulia y Lucania (Basilicata).
[10] Los veteranos del ejército podrían haberse asentado allí a expensas de las familias locales desarraigadas por Roma como castigo por su participación en la Guerra Social (91-88 a. C.).
[11] Tal migración patrocinada por el Estado debió de añadir aún más variedad lingüística a la zona.
[Nota 4] El poema incluye este pasaje: Nunca mencionó a su madre en sus versos y es posible que no supiera mucho de ella.
[18] Tras el asesinato de Julio César, se unió al partido republicano, formando parte del ejército que Marco Junio Bruto preparaba en Grecia para oponerse a los triunviros Octavio, Lépido y Marco Antonio, siendo nombrado tribuno militar.
Sumido en la pobreza, consiguió no obstante trabajo como escribano de cuestor, un puesto que le permitió practicar su arte poético.
Su obra poética no se redujo al subgénero de la lírica, sino que también tocó otros aspectos del conocimiento.
Destaca aquel cuyo comienzo, Beatus ille, ha dado nombre a un tema literario, la alabanza de la vida en el campo.
Hay una invitación a gozar del momento presente, ya que el día de mañana es incierto: «carpe diem».
Esencialmente partiendo desde el Renacimiento es difícil no hallar una sola composición influida por los tópicos o las formas horacianas.
Así, destacan poetas como Ronsard, Petrarca o Garcilaso, que se vieron envueltos por la dulzura y las reflexiones horacianas.
No obstante, la vitalidad de Horacio, pese a cierto anacronismo en su perspectiva que revela el siglo XXI, sigue activa como uno de los clásicos latinos más extraordinarios, junto a otros como Cicerón, Virgilio, Ovidio y demás artistas inmortales.