[2] Su padre, por el contrario, resolvió ver mundo y marchó a las Indias para enriquecerse dedicándose al comercio, buscando primero a un lejano pariente, Pedro de Cadalso, y después buscando la protección del virrey, que sí se ganó.
[3] Tras estudiar allí pasó a Inglaterra siguiendo a su padre, quien, tras visitarlo y conocerlo al fin en París, se había instalado cerca de Londres, en Kingston-upon-Thames, para aprender inglés con una familia; había además una escuela muy reputada, sobre todo en el tercio central del siglo XVIII y, según cuenta Cadalso, allí experimentó por primera vez "los efectos de la pasión que se llama amor".
[4] También viajó por Italia y por lo que es hoy en día Alemania, ampliando sus conocimientos de lenguas vivas, además del latín.
Tras otro año de estancia en París, estudiando y sin su padre, pasando antes por Flandes regresó a España.
Poco después se trasladó a Salamanca donde muy pronto convirtió su depresión en materiales poéticos, dramáticos e incluso filosóficos.
El influjo que ejerció Cadalso sobre todos ellos fue enorme, como atestigua este último en carta a Ramón Caseda: También allí dio término a las Cartas marruecas, una novela epistolar que es en realidad una colección de ensayos sobre el atraso material, social, cultural y moral de España.
Dos años más tarde participó en el asedio de Gibraltar (que duraría hasta 1783) y fue ascendido a coronel en 1781.
Tenía solo cuarenta años y apenas hacía un mes que le había sido conferido el grado de coronel.
Son poesías que pertenecen a los distintos géneros típicos del momento: anacreónticas, pastoriles, amatorias, filosóficas y satíricas.
Los eruditos a la violeta (1772) es una sátira breve y ligera contra un tipo de educación entonces frecuente: la erudición meramente superficial.