[8] Quedó huérfano de padre y se educó esmeradamente en la Corte, donde conoció en 1519 a su gran amigo, el caballero Juan Boscán.
Seguramente a este debió el toledano su gran aprecio por la lírica del valenciano Ausiàs March,[9] que dejó alguna huella en su obra.
[10] Garcilaso entró a servir en 1520 al rey Carlos I en calidad de contino real.
[22] En 1528 dictó su testamento en Barcelona, donde reconoció la paternidad de su hijo ilegítimo y asignó una pequeña suma de dinero para su educación; poco después da una colección de sus obras a Boscán para que la revisara, y seguidamente partió hacia Roma, en 1529.
El emperador se disgustó por la participación de Garcilaso en un enlace que no contaba con su beneplácito y mandó detenerlo.
El poeta abandonó, pues, en 1532 el Danubio, donde ya prácticamente era huésped del conde György Cseszneky de Milvány, castellano de Győr, y se estableció en Nápoles.
[32][33] El Emperador, preso de la ira por su futura y segura muerte mandó ahorcar a la guarnición una vez tomada la fortificación.
En 1869 los restos fueron exhumados para su conducción al Panteón de Hombres Ilustres, y restituidos a la capilla familiar en 1900.
[cita requerida] La producción lírica de Garcilaso de la Vega, máxima expresión del Renacimiento castellano, se convirtió, desde muy pronto, en una referencia inexcusable para los poetas españoles, que desde entonces no pudieron ignorar la revolución métrica y estética operada por él en la lírica española al introducir con Juan Boscán y Diego Hurtado de Mendoza una serie de estrofas (terceto, soneto, lira, octava real, endecasílabos sueltos, canción en estancias), el verso endecasílabo y su ritmo tritónico, mucho más flexible que el rígido y monótono del dodecasílabo, y el repertorio de temas, estructuras y recursos estilísticos del petrarquismo.
Como afirma en su Égloga tercera: Esto es, es preferible evitar la retórica pomposa y la expresión forzada y culta para que la poesía pueda aparecer como sincera, genuina y espontánea; el objetivo de la poesía es ser oído, es la comunicación de los sentimientos, no el cortesano despertar de admiración.
Garcilaso, pues, prefiere el tono íntimo, personal y confidencial en la poesía a la retórica y pompa de tonos más marciales o a la culta exhibición cortesana del ingenio, con lo que puso la primera piedra de una corriente lírica hispánica que todavía latió en la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer.
Utiliza asiduamente el epíteto con la intención de crear un mundo idealizado donde los objetos resultan arquetípicos y estilizados al modo del platonismo.
Como señala Margot Arce Blanco,[38] sus temas preferidos son los sentimientos de ausencia, el conflicto entre razón y pasión, el paso del tiempo y el canto de una naturaleza idílica que sirve de contraste a los doloridos sentimientos del poeta.
Después de 1557 la edición conjunta ya no se agotaba tan rápidamente.
En 1580 se publicó en Sevilla otra edición comentada, con las anotaciones mucho más amplias del erudito poeta Fernando de Herrera.
En esta última pone en boca del protagonista Periandro estas palabras de elogio al jamás alabado como se debe poeta Garcilaso de la Vega, afirmando que las había visto, leído, mirado y admirado, así como vio al claro río, dijo: -No diremos: Aquí dio fin a su cantar Salicio, sino: Aquí dio principio a su cantar Salicio; aquí sobrepujó en sus églogas a sí mismo; aquí resonó su zampoña, a cuyo son se detuvieron las aguas deste río, no se movieron las hojas de los árboles, y, parándose los vientos, dieron lugar a que la admiración de su canto fuese de lengua en lengua y de gente en gente por todas las de la tierra.