Los historiadores actuales señalan que todos estos nombres diferentes son igual de válidos, aunque difieren en sus cargas propagandísticas.
Los socialdemócratas y los conservadores compitieron por el liderazgo del Estado finlandés, que basculó de la izquierda a la derecha en 1917.
En comparación con otras partes del imperio, las relaciones ruso-finlandesas se habían mantenido excepcionalmente pacíficas y estables.
Nacieron varios grupos políticos con ideas contradictorias, entre ellos el radical movimiento activista, que colaboró con la Alemania imperial durante la Primera Guerra Mundial.
[13] El movimiento obrero finlandés, que surgió a finales del siglo XIX desde el pueblo llano, la Iglesia Evangélica Luterana de Finlandia y la fenomanía,[14] adoptó el carácter de "clase trabajadora nacional finlandesa", y estuvo representado por el partido socialdemócrata, nacido en 1899.
Todos los adultos, incluyendo las mujeres, recibieron el derecho al voto, incrementando el número de sufragistas desde 126 000 hasta 1 273 000.
Esto incrementó el número de votantes socialdemócratas en un 50 %, pese a que no se percibieran mejoras evidentes.
El poder del zar fue transferido a la Duma y al gobierno provisional, mayoritariamente de derechas por estas fechas.
[16] El estatus autónomo regresó en marzo de 1917 a Finlandia, y la revuelta en Rusia permitió al parlamento finlandés ejercer un poder político real por primera vez en su historia.
En teoría, el nuevo gabinete quedaba formado por una amplia coalición; en la práctica, con los principales grupos políticos reticentes a comprometerse y los políticos más experimentados fuera del senado, el gabinete se mostró incapaz de resolver ninguno de los grandes problemas locales.
En estas elecciones, celebradas en octubre, los socialdemócratas perdieron la mayoría absoluta, tras lo cual la labor del movimiento obrero cambió.
La guerra civil podría haberse producido perfectamente en ese punto si hubieran existido suficientes armas en el país para equipar a los dos bandos.
Lenin calculó que los bolcheviques podían quizá controlar el núcleo de Rusia, pero debían ceder algunos territorios en su periferia, incluyendo Finlandia, en el poco importante cuadrante noroeste.
Pero las facciones políticas opuestas intentaron infructuosamente crear un nuevo orden que evitara la ruptura social de 1917.
[31] Los sucesos acaecidos durante la huelga general de noviembre ahondaron las heridas, sospechas y desconfianzas existentes, haciendo imposible una salida dialogada a la situación.
El presidente era Kullervo Manner, y en su gobierno se encontraban, entre otros, Otto Ville Kuusinen e Yrjö Sirola.
[36] Éste intentó evitar la desintegración de Rusia, pero no tuvo éxito, y muchos territorios occidentales del antiguo imperio declararon su independencia.
En consecuencia, Ali Aaltonen se vio rápidamente reemplazado en el mando por Eero Haapalainen, que a su vez fue sustituido por el triunvirato formado por Eino Rahja, Adolf Taimi y Evert Eloranta.
El último comandante de los Guardias Rojos fue Kullervo Manner, que guio la retirada final hacia Rusia.
Cuando empezó el conflicto, Lenin intentó movilizar al ejército en apoyo de la Finlandia Roja, pero las tropas estaban desmoralizadas y cansadas tras combatir durante años en la Primera Guerra Mundial.
El Ejército Blanco cortó la retirada roja por el sur en Lempäälä y asedió Tampere el 24 de marzo, capturando la ciudad cuatro días más tarde.
Las principales formaciones alemanas avanzaron rápidamente al este, desde Hanko, y tomaron Helsinki el 13 de abril.
[53] Estudios más recientes indican, sin embargo, que el terror era una parte calculada del estado de guerra general.
El general Mannerheim firmó este nuevo pacto el 25 de mayo, tras ciertos desacuerdos con el senado sobre la hegemonía alemana resultante sobre Finlandia, y sobre su planeado ataque a Petrogrado para repeler a los bolcheviques, plan que desaprobaban los alemanes tras el tratado de paz firmado con Lenin en Brest-Litovsk.
[61] La condición económica del país se había deteriorado de una manera tan drástica que tardó hasta 1925 en recuperarse por completo.
La crisis más acuciante era el suministro de alimentos, ya deficiente en 1917, aunque las hambrunas se habían evitado en aquel momento en la Finlandia meridional.
Los principales campos de prisioneros fueron los situados en Suomenlinna, una isla frente a Helsinki, Hämeenlinna, Lahti, Viipuri, Ekenäs, Riihimäki y Tampere.
La mayor parte de las condenas fueron indulgentes, no obstante, y muchos presos obtuvieron inmediatamente la libertad condicional.
[68] Junto a otros políticos moderados de derecha e izquierda, la nueva coalición construyó un compromiso en Finlandia que finalmente la convertiría en una democracia parlamentaria estable y abierta.
En poesía, Bertel Gripenberg, que había sido voluntario en el ejército blanco, ensalzaba su causa en La Edad Gloriosa (en sueco: Den stora tiden) en 1928.