No obstante, hasta finales del siglo XIX, el gran ducado gozaría de una autonomía real: tuvo su propia dieta parlamentaria, ejército, moneda, sellos de correo, etc., el sueco siguió siendo el idioma oficial.
De esta manera, Finlandia se convirtió en una República independiente, siendo su primer presidente Kaarlo Juho Ståhlberg.
[8] La frontera de 1920 sufrió grandes modificaciones al acabar la Segunda Guerra Mundial.
En el Armisticio de Moscú, Finlandia realizó mayores concesiones territoriales[5] y perdió su salida al océano Ártico.
También fue un éxito la «línea Paasikivi-Kekkonen» —una sutil dosificación de estricta neutralidad y combinación muy medida que satisface a las exigencias soviéticas sin menoscabar la independencia finlandesa— que encarnan los presidentes Juho Kusti Paasikivi (1946-1956) y luego Urho Kekkonen (1956-1981).
La lengua más cercana al finés es claramente el estonio, con el que comparte una alta inteligibilidad.
Los orígenes del pueblo finés y su lengua son un asunto de controversia revigorizada.
Más tarde, los hablantes de idiomas indoeuropeos les enseñaron la agricultura a sus vecinos cazadores-recolectores.
La investigación genética indica que los finlandeses son los más relacionados con los hablantes de lenguas germánicas.
Esto sugiere que tuvieron una ascendencia en común, probablemente en los mismos refugia de la última Edad del Hielo.
Sin embargo, la similitud genética no prueba necesariamente que existió alguna vez un antecesor común.
Esto marca el comienzo del Neolítico para Finlandia, aunque la subsistencia aún estaba basada en la cacería y la pesca.
La Edad de Bronce comenzó en alguna época después del 1500 a. C., esta vez repartiéndose desde el oeste.
Durante el siglo I, el comercio e intercambio con Escandinavia aumentó y se han encontrados algunos artefactos romanos de este período.
La sociedad fue estratificada: la existencia de entierros ricamente adornados, normalmente con armas, sugieren que una élite principal existió desde el siglo III en adelante.
Durante este tiempo, la población en Finlandia puede ser percibida en grupos diferentes: finlandeses, tavastianos, carelios y sami.
[11] Según la saga, Faravid hizo una alianza con los vikingos noruegos para luchar contra las invasiones karelianas.
[12] Es el primer presunto monarca finés que se menciona en la historia de aquel territorio y aparece por primera vez en las sagas nórdicas.
El objetivo principal era controlar el istmo de Carelia, que finalmente acabó siendo repartido por el Tratado de Nöteborg (1323), en el cual los suecos conservaron Víborg y sus alrededores; los rusos, las dos orillas del río Nevá y la costa del lago Ládoga.
Con la Guerra del Norte (1700-1721) finalizó este período de estabilidad y prosperidad.
Tras la revolución rusa de 1905 se produjo cierta flexibilización: una nueva Constitución instituyó un Parlamento elegido por todos los ciudadanos, incluidas las mujeres.
Del otro lado se encontraban las fuerzas del senado, controladas desde el otoño anterior por los conservadores —quienes pretendían mantener el statu quo; es decir, conservar la independencia y la monarquía constitucional sin parlamentarismo—, popularmente conocidos como «blancos» (valkoiset).
Los rojos recibieron la ayuda de la Rusia bolchevique, mientras que los blancos fueron apoyados militarmente por el Segundo Imperio Alemán.
Los historiadores actuales señalan que todos estos nombres diferentes son igual de válidos, aunque difieren en sus cargas propagandísticas.
Los socialdemócratas y los conservadores compitieron por el liderazgo del Estado finlandés, que basculó de la izquierda a la derecha en 1917.
Ambos grupos colaboraron con las fuerzas políticas correspondientes en Rusia, ahondando en la brecha nacional abierta.
Los blancos resultaron victoriosos en la consiguiente guerra, y pasaron desde la esfera de influencia rusa a la alemana.
Finlandia peleó la mayoría del conflicto como aliado de la Alemania nazi, hasta que fueron vencidos por los soviéticos en la Operación Barbarroja.
El término finlandización (en alemán, Finnlandisierung; en inglés Finlandization; en finés suomettuminen; en sueco finlandisering) fue acuñado por los medios de comunicación occidentales durante la guerra fría para describir la política de neutralidad exterior ejercida por Finlandia.