Equilibrio europeo

En la segunda mitad del siglo, fue el denominado sistema Bismarck el que consiguió mantener, en beneficio de Prusia (desde 1871 Segundo Imperio Alemán), un delicado equilibrio de alianzas basadas en la diplomacia secreta, que desde la caída del canciller en 1890 degeneró en el establecimiento de dos bloques antagónicos: la Triple Alianza y la Triple Entente.Durante un siglo (1815-1914), hasta la Primera Guerra Mundial, el Concierto europeo mantuvo el equilibrio de poder consiguiendo evitar guerras a gran escala en Europa,[1]​ con dos significativas excepciones: las relativas a la denominada cuestión de Oriente (como la Guerra de Crimea), o las vinculadas a las unificaciones nacionales (unificación alemana y unificación italiana).Por aquel entonces, la economía del país ya llevaba años en crisis, agravada por la enorme inflación derivada del oro de América, fenómeno económico que recién se hacía conocido en el mundo.Francia y Gran Bretaña lucharían en la Guerra de los Siete Años por la hegemonía, saliendo victoriosa la segunda.El Reino Unido, Austria y Rusia salieron como los grandes poderes tras el congreso de Viena.El Bloque del Este (militarmente denominado Pacto de Varsovia) quedó construido en la Europa Oriental ocupada por la Unión Soviética (y ampliado sucesivamente mediante violentos conflictos en espacios alejados de Europa, el Tercer Mundo -China, Corea, Vietnam, Cuba-).El Bloque Occidental (militarmente denominado OTAN) quedó construido en Europa Occidental, liderado por los Estados Unidos y en el que se fue formando y ampliando un fructífero proyecto de unión económica: el Mercado Común Europeo.El peso económico de la Alemania reunificada no se tradujo en un liderazgo político continental, manteniéndose el denominado eje franco-alemán frente a la posición del Reino Unido, más proclive al mantenimiento de su relación especial transatlántica con los Estados Unidos.Por otro lado tanto la ampliación de la Unión Europea hacia el este como la imposición de soluciones contrarias a Serbia en los conflictos balcánicos fueron asuntos vistos con recelo por la reconstruida Federación Rusa.