[4][5] No hubo enfrentamiento militar directo entre las dos organizaciones; en cambio, el conflicto se libró sobre una base ideológica y mediante guerras subsidiarias.
El ámbito del Pacto de Varsovia abarcaba todos los Estados socialistas del bloque del Este (a excepción de Yugoslavia, sobre la que, pese a todo, se ejerció una poderosa influencia), es decir, Albania (se retiró en 1968), Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, la República Democrática Alemana, Rumanía y la Unión Soviética; hasta 1961 la República Popular China estuvo afiliada como observador.
La profunda influencia soviética en el bloque se había percibido como un desafío por las otras potencias aliadas, que consideraban la expansión del comunismo como una amenaza inmediata al régimen político y económico dominante en Europa.
4) y el establecimiento de un Estado Mayor conjunto para coordinar los esfuerzos nacionales (art.
La competencia por el terreno asiático se resolvió parcialmente con la proclamación de la República Popular en China (sin que la Unión Soviética estuviese muy satisfecha con la situación,[8] aunque China participó como observador hasta su ruptura con el gobierno soviético en 1968) y la ocupación estadounidense de Japón y Corea, pero su ambigüedad dio lugar a la mayoría de los conflictos que estallaron finalmente entre las potencias.
Ya en 1948, la República Federal Popular de Yugoslavia del mariscal Tito había marcado sus diferencias con Moscú.
En realidad, la política exterior de ambas potencias estuvo más ocupada en intentar aprovechar las crisis económicas que creían inminentes, cuya gravedad llevó a los Estados Unidos a desarrollar el Plan Marshall y la OTAN.
[9] En los Estados del bloque del Este, los movimientos comunistas estuvieron hasta entrados los años 1960 «abiertamente comprometidos» con la construcción de democracias parlamentarias, con representación de la burguesía y los terratenientes, y modelos económicos híbridos.
La resistencia del gobierno estalinista a revisar los límites trazados por los acuerdos de Yalta estaba basada únicamente en la debilidad militar de la URSS en comparación con el enorme armamento estadounidense, que permaneció desde la guerra hasta nuestros días en las múltiples bases que estableció en Europa y Asia Menor.
Mientras el clima político finés y el liderazgo duro de Tito en Yugoslavia, férreamente controlado, hicieron posible que estos Estados no entraran a formar parte del Pacto, en otros países la situación interna era más compleja.
Al retirarse Bulgaria en febrero, el Pacto se vio disuelto a efectos prácticos.
Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia lo hicieron en marzo de 2004.
Cuando los manifestantes en las calles exigieron la liberación de la delegación, la policía política húngara (Államvédelmi Hatóság o ÁVH) abrió fuego desde el interior del edificio.
Algunos manifestantes contestaron los disparos con las armas tomadas de la ÁVH o brindadas por los soldados húngaros que se unieron al levantamiento.
La revolución se expandió rápidamente por toda Hungría, el gobierno de András Hegedüs fue derrocado y el primer ministro Imre Nagy tomó las «riendas».
Consejos improvisados arrebataron el control municipal al Partido comunista húngaro y exigieron cambios políticos.
Para enero de 1957, el nuevo gobierno instalado por los soviéticos y liderado por János Kádár había reprimido toda oposición pública.