Ejército helenístico

La infantería helenística era solo uno de los muchos componentes que trabajaban juntos para formar un ejército combinado y multifacético.

Esto les hacía increíblemente eficientes cuando maniobraban en el campo de batalla, y así podían ejecutar movimientos complejos con relativa facilidad.

Si mataban a los falangistas de la primera fila, aquellos que estuvieran atrás bajarían más sus sarissas y ocuparían su lugar para mantener un frente sólido.

El tureóforos estaba armado con una lanza larga de empuje, una espada corta y jabalinas.

A finales del siglo III a. C. la "falange macedonia 'se había convertido en el estilo de lucha dominante, incluso para los estados como Esparta.

No se conocían los estribos en esa época, así que el impacto de las cargas tenía una eficacia limitada.

En cualquier caso, ello no parecía mermar su efectividad, que consistía en una atrevida carga hacia el eslabón débil de las líneas enemigas que la falange había retenido, y en infligir graves heridas a los oponentes desde sus caballos.

Consistía en una caballería que solo usaba tácticas avanzadas de escaramuzas, llamado círculo Tarentino.

De los textos de tácticas griegas dice que Tarentino es el término usado para la caballería ligera, que contaban con jabalinas y lanzas, las primeras las usaban como escaramuzas y la segunda para cargar contra el enemigo.

A veces se le ponía una armadura al elefante para protegerle e incrementar la defensa natural que ofrecían sus pieles.

Si se hacía una carga con éxito, podría ser un factor decisivo en el desarrollo final de la batalla.

Esto, junto con la superioridad de caballería númida, que ahora se inclinaba del bando romano, le permitió vencer a Aníbal en lo que de otra forma hubiera sido un enfrentamiento mucho más igualado.

Su principal propósito era mantener a las fuerzas enemigas quietas en un mismo lugar y también "definir" las dimensiones del campo de batalla.

Una vez que la falange encerraba a los enemigos, la caballería o los elefantes de guerra daban el golpe decisivo en sus flancos.

Cuando eran empleadas contra ejércitos de distinta naturaleza, las fuerzas helenísticas podían obtener resultados dispares.

Nadie, por ejemplo, superó la aplicación del ejército como instrumento de guerra que hizo Alejandro Magno.

Sea cual fuere el caso, los ejércitos helenísticos eran profesionales, con experiencia, y además sus enemigos les temían.

Aquellos que no le dieron a este ejército el debido respeto se encontraron atrapados por la inexorable falange y dispersados por el campo de batalla debido a la carga de la caballería.

Algunos de sus mayores fracasos ocurrieron como resultado directo del mal análisis del terreno que hicieron los generales, o por sobreestimar a la falange como arma táctica ofensiva (algo en lo que ésta no destacaba en absoluto).

Cuando se la empleó por primera vez como fuerza combinada (infantería, caballería, tropas menores, etc.), la falange tuvo mucho éxito contra los enemigos.

Si una de ellas fallaba, las otras no podrían controlar la situación, y una derrota sería muy probable.

Falange deteniendo el avance de los carros escitas.
Carga de elefantes durante la Batalla de Zama.