En los choques iniciales, Antíoco derrotó a los gálatas[3] y, aliado con Ariobarzanes del Ponto (que venció a las tropas ptolemaicas con ayuda de los volubles gálatas),[4] ocupó los territorios egipcios en la Siria costera y el sur de Anatolia.
Este conflicto, o al menos su primera fase, es también conocido como la Guerra de Caria.
[6] Antíoco II Teos sucedió a su padre en 261 a. C., y por lo tanto, estalló una nueva guerra por la posesión de Celesiria.
[7] Con el apoyo de Macedonia, Antíoco II lanzó un ataque contra los enclaves egipcios en Asia.
Antíoco repudió a su anterior esposa, Laódice, y entregó una sustancial porción de sus dominios como dote.
Antíoco II dejó dos madres con grandes ambiciones, ya que tras su muerte se abrió una competición entre su repudiada esposa Laódice y Berenice Sira, la hija de Ptolomeo II, por poner a sus respectivos hijos en el trono.
Cuando Ptolomeo llegó, Berenice y su hijo habían sido asesinados por partidarios de Laódice.
[8] Ptolomeo entonces declaró la guerra al recién coronado hijo de Laódice, Seleuco II, y se movilizó con gran éxito.
Su dominante madre le pidió que concediese la corregencia a su hermano menor, Antíoco Hierax, así como el dominio de los territorios seléucidas en Anatolia.
Egipto se había debilitado considerablemente debido a las intrigas palaciegas y el malestar público.
El criterio de contratación no solo reclutaba griegos de la población local, como solían hacer los ejércitos helenísticos en general, sino que también alistó nativos egipcios,[10] llegando a enrolar hasta treinta mil nativos en sus tropas como falangitas (los conocidos como machimoi-epilektoi).
El Imperio egipcio continuará debilitándose durante los siguientes años, en los que sufrió problemas económicos y rebeliones.
El destino de Sosibio estaba claro, pero parece Agatocles llevó a cabo la regencia durante algún tiempo hasta que fue linchado por una volátil turba alejandrina.
En 200 a. C., emisarios romanos llegaron a Filipo y Antíoco exigiendo que se abstuviesen de invadir Egipto.
Como los monarcas no habían planeado invadir Egipto en sí, cumplieron voluntariamente las demandas de Roma.
Antíoco tomó a Ptolomeo VI (que era su sobrino) bajo su tutela, dándole un control efectivo de Egipto.
Sin embargo, esto fue inaceptable para el pueblo de Alejandría, que respondió proclamando a Ptolomeo VIII como único rey.