Batalla de Magnesia

[8]​ Poco después, Publio caía enfermo y se retiraba a Elea, reemplazándolo Cneo Domicio Enobarbo como consejero de su hermano.

Al quinto se acercó aún más y construyó un nuevo campamento, después del intervalo de un día envió un heraldo para avisarle al rey que mañana daría batalla, quisiera el monarca o no.

[2]​ El israelí Bezalel Bar-Kochva, fuertemente inspirado en los cronistas antes mencionados, cree que unos 6000 latinos serían vélites.

[16]​ El izquierdo, en cambio, estaba apoyado en un río[17]​ pero igual se dejaron cuatro unidades de caballería.

[31]​ Eran precedidos por carros falcados y arqueros árabes montados sobre dromedarios[32]​ con la orden de retirarse después del primer ataque.

Más atrás había 4000 auxiliares de Elymaida y Cyrtae acompañando a 16 elefantes separados por pequeños intervalos.

El centro estaba a cargo de los generales Minio y Zeuxis, mientras que los paquidermos eran mandados por un tal Filipo.

[38]​ Al amanecer, una húmeda neblina hizo difícil la visibilidad en el campo de batalla.

[43]​ Nadie sabía exactamente lo que sucedía entre las filas seléucidas, extendiéndose rápidamente el pánico.

[44]​ Después de esto, las líneas adversarias empezaron a avanzar para luchar[45]​ mientras que los auxiliares en la derecha seléucida rompieron filas al ver la caótica derrota de los carruajes,[46]​ sin presentar resistencia a la caballería asiática y romana que les atacó.

[48]​ Así toda el ala izquierda de Antíoco III cedió y la infantería ligera de ese sector, entre la caballería y la falange, presa del pánico,[48]​ empezó a huir hacia la infantería pesada.

[50]​ La falange había sido abandonada por la caballería en sus alas y los infantes ligeros enemigos pudieron rodearla y atacarla por la retaguardia, a la vez que empezaban a oírse gritos romanos cada vez más cerca del campamento seléucida.

[51]​ Los falangistas decidieron vender caras sus vidas y formaron un cuadro para luchar contra un enemigo que los atacaba desde todas partes, manteniendo con sus apretujadas líneas un muro letal de sarisas.

[52]​ Gracias a la experiencia luchando en África, los romanos evitaron sus cargas, les arrojaron sus jabalinas e intentaron cortar los tendones de sus patas con sus gladius.

[57]​ Fue entonces cuando Atalo, hermano de Eumenes II, llegó con 200 jinetes desde el flanco contrario y vio la muchedumbre cerca del campamento.

[64]​ Los guardias intentaron defender el recinto y todo acabó en una matanza peor que en el campo,[65]​ porque los romanos, tras ser detenidos en una primera embestida, se enfurecieron y tomaron las puertas al asalto, no teniendo piedad con quien se encontraban.

[83]​ Cuando el cónsul volvió hubo dos días de celebraciones, uno por sus victorias navales y otro por las terrestres.

[87]​ La República venció por sus objetivos mucho más limitados: en lugar de anexarse las ciudades griegas y los reinos asiáticos los convirtió en aliados.

Sin embargo, la derrota fue beneficiosa al alejarse de las turbulencias políticas griegas, alejándose aún más de Roma, consiguiendo una frontera defendible en los Tauro y pudiendo centrarse en la amenaza oriental, los arsácidas, que ya amenazaban Babilonia (territorio donde siglos después el dominio romano jamás fue claro).

Mapa de la guerra entre Roma y los seléucidas; los movimientos de las legiones en verde y sus enemigos en naranja.
Oriente Próximo en 188 a. C., después de firmarse la paz de Apamea . Se aprecian las adquisiciones territoriales de los aliados de Roma, como Pérgamo (amarillo pálido grisáceo), Liga Etolia (morado claro), Rodas (anaranjado) y la Liga Aquea (anaranjado claro).