Por su longitud cubría cinco filas de soldados, lo que hizo a la falange impenetrable y temida por sus oponentes.
La longitud de la sarisa, que daba a la falange un aspecto terrorífico, limitaba mucho sus maniobras, y si se les cogía por el flanco o la retaguardia casi no tenían oportunidad de responder.
Pero fuera de las grandes batallas, los pezhetairoi y sus sarisas no tenían mucha utilidad.
En el 334 a. C. Alejandro Magno se llevó seis batallones de pezhetairoi a Asia.
Los batallones estaban comandados por estos generales (de derecha a izquierda):