Esta fue la última gran batalla campal librada por Alejandro: aunque victorioso, el ejército macedonio, exhausto, se amotinó, negándose a avanzar más hacia el interior de India.
[5] La fuerza principal se dirigió al actual Pakistán a través del paso de Khyber, mientras una fuerza menor bajo el mando personal de Alejandro se dirigió por la ruta del norte, tomando por el camino una fortaleza en Aornos (el actual Pir-Sar, en Pakistán).
Tras las continuas fintas y contrafintas, localizó un buen lugar para cruzar, a unos 30 km río arriba de su campamento.
El rey indio despertó para encontrarse con que una fuerza indeterminada de griegos había cruzado el río Vitastā durante la noche y se dirigía hacia su posición.
Sin embargo, esta pequeña fuerza resultó aniquilada por los griegos, y el hijo del rey cayó en combate.
Al recibir las noticias, Poros decidió enfrentarse a Alejandro con el grueso de sus tropas y dejar un pequeño destacamento frente al grueso del ejército macedonio liderado por Crátero, a fin de impedir su cruce.
El éxito del macedonio en sus batallas se debía mayormente a su habilidad para crear huecos en las líneas enemigas a través de los que poder cargar con los Hetairoi; esa fue la táctica que le ganó las aplastantes victorias de Issos y Gaugamela.
El ala derecha india se mezcló en su huida con la línea de elefantes, provocando un enorme caos en sus propias filas.
Hasta el momento había logrado aplastar a la caballería india mientras al mismo tiempo mantenía la propia lejos de los dañinos elefantes.
[21] Las bajas entre la caballería griega, unos 280 hombres, fueron muy inferiores a las sufridas por la infantería (principalmente la falange), con cerca de 4000 muertos y unos 12 000 heridos.
A regañadientes, y tras muchas discusiones, Alejandro ordenó, unas semanas después, el regreso hacia Babilonia, aunque no sin antes fundar dos nuevas ciudades: Alejandría Nicea (o Nikaia, literalmente Ciudad de la Victoria), en el lugar de la batalla, y Alejandría Bucéfala (frente a la actual Jhelum) en la orilla opuesta, esta última en honor de su querido caballo Bucéfalo, que resultó muerto tras la batalla.
[22] Semejante interpretación choca no solo con los historiadores clásicos (aunque se ha argumentado que, como occidentales, son pro-alejandrinos), sino también con la fundación de las ciudades mencionadas.