Los griegos se alzaron con la victoria debido a que los elefantes traídos eran animales desconocidos para los romanos, y el pavor que producían llevó a la desbandada del ejército romano.
La Magna Grecia no era una entidad política, sino que era un conjunto de ciudades creadas durante los siglos V y IV a. C. por colonos griegos en el sur de la península itálica y que estaban en constante guerra entre ellas.
[9] Después de este hecho, la armada y la flota tarentina atacaron la ciudad de Turios, restableciendo a los demócratas en el poder y persiguiendo a los aristócratas que se habían aliado con Roma.
[8] Por todo ello, las reivindicaciones romanas fueron rechazadas y Roma se sintió en su derecho de declarar una guerra «justa» a Tarento.
En el 281 a. C., bajo el liderazgo Lucio Emilio Bárbula, las legiones romanas entraron en Tarento y saquearon la ciudad, a pesar de que Tarento recibió refuerzos samnitas y mesapios.
Después de su derrota, los griegos eligieron al aristócrata Agis para solicitar una tregua e iniciar las conversaciones con Roma.
[12] Como el objetivo principal era reconquistar Macedonia, que perdió en 285 a. C. a manos de Lisímaco, y en ese momento no tenía suficientes medios en su reino para reclutar nuevos soldados, aceptó ayudar a Tarento.
Así, después de haber amontonado un botín considerable en la guerra contra Cartago y su conquista del sur de Italia, preveía reorganizar su ejército para, como se ha dicho en el párrafo anterior, recuperar Macedonia.
Comandante : Publio Valerio Levino Algunos de los soldados tenían como misión proteger lacampiña romana, y por tanto no participaron en las hostilidades.
El comandante epirota no decidió inmediatamente marchar sobre Roma porque deseaba obtener, previamente, el apoyo de sus aliados de Magna Grecia, por lo que enroló sin miramientos efectivos tarentinos.
[17] Comprendiendo que los refuerzos lucanos y brucios tardarían en llegar, Pirro decidió aguardar a los romanos en una llanura cercana al río Siris, situada entre las ciudades de Heraclea y de Pandosia.
[nota 11]En ese lugar tomó posición y decidió esperar a los romanos, confiando en que la dificultad para vadear el río le daría tiempo a que sus aliados se le unieran.
[17] Los romanos rechazaron la proposición e instalaron su campamento en la llanura situada en la orilla norte del río Siris.
La caballería de la vanguardia griega consiguió desorganizar las tropas romanas y provocar su retirada.
Oblaco le siguió en sus desplazamientos y al final el soldado romano consiguió herirlo y descabalgarlo pero poco después resultó muerto a manos de la guardia personal del rey.
El comandante heleno, para evitar constituir un blanco demasiado expuesto, le confió sus armas a Megacles, uno de sus oficiales.
Aunque las tropas griegas lograron romper las primeras líneas romanas, no podían combatir contra ellas sin romper su formación pues se habrían arriesgado a dejar sus flancos expuestos a una peligrosa contraofensiva romana.
[nota 14] Durante estos combates sin claro vencedor, Megacles, al que los romanos tomaron por Pirro, resultó muerto y en el campo de batalla se difundió la noticia de que el rey había muerto, lo que trajo la desmoralización del bando griego y elevó la moral romana.
En las batallas antiguas el abandono del campamento por el adversario significaba una derrota total pues suponía abandonar todo: material, animales de carga, vituallas y equipaje individual.
Los legionarios supervivientes huyeron a una ciudad apulia,[nota 15] probablemente perdiendo todo su equipo.
Un claro ejemplo fue Locros, que entregó la guarnición romana de la ciudad al epirota.
Sin embargo, el Senado Romano se negó a aceptar cualquier acuerdo mientras hubiese tropas del ejército «invasor» en territorio italiano.
La única esperanza griega habría sido aliarse con una de las dos potencias y provocar un enfrentamiento entre ellas.
Allí, los cartagineses ya se encontraban asediando Siracusa por lo que el general griego se desvió y tomó posiciones en Panormo, negándose a entregar Sicilia a Cartago.
[34] Finalmente, las falanges serían derrotadas en suelo itálico en la batalla de Benevento en el año 275 a. C.,[nota 17] tras esto la expedición griega regresó a Epiro.