[2] En ese momento, el Ejército Imperial Ruso había comenzado a derrumbarse.[3] Cuando la Revolución de Octubre de 1917 dio el poder a los bolcheviques en varias ciudades importantes de Rusia, sus líderes como Lenin y Trotski mantuvieron como soporte armado del nuevo régimen a la Guardia Roja, un conjunto de soldados y obreros armados liderados por suboficiales que actuaban como "brazo armado del bolchevismo" pero sin estar efectivamente organizados como un ejército sino apenas como una milicia voluntaria, sin jerarquías ni reglamentos marciales.Además, la Guardia Roja estaba basada en soldados de filiación comunista que precisamente se habían negado a obedecer a sus oficiales, por lo cual dicho cuerpo rechazaba todo atisbo de disciplina castrense y se hallaba formado por voluntarios enlistados por tiempo determinado.Así, el fundador en la práctica del Ejército Rojo fue Trotski, designado «comisario del pueblo para la Guerra» entre 1918 y 1924, quien logró formar una fuerza militar disciplinada partiendo de una masa armada compuesta por voluntarios indisciplinados.Paralelamente, entre 1918 y 1924, se desarrolló en Ucrania una guerra contra el Ejército Negro formado mayoritariamente por anarquistas, que establecieron en la región un sistema libertario que se conoce con el nombre de Territorio Libre Ucraniano o Revolución majnovista en la que el revolucionario ucraniano Néstor Majnó fue uno de sus máximos artífices.La guerra en Ucrania llevó a la contradicción a los dirigentes anarquistas, los cuales se aliaban tanto con el Ejército Rojo de los bolcheviques como con los kuláks y el Ejército Blanco de los antibolcheviques.Sin embargo, uno de los mayores logros del Ejército Rojo en la época se puede atribuir a sus teorías militares, habida cuenta de que al ser una institución completamente nueva, el Ejército Rojo no se sentía obligado a seguir los esquemas y tradiciones militares de la Rusia zarista.Mijaíl Tujachevski se percató que lograr la victoria en una sola batalla decisiva era imposible considerando los tamaños de los ejércitos modernos.De esta manera, la teoría fue impulsada por los avances tecnológicos que ofrecían oportunidades para una rápida, eficiente y decisiva victoria.Este era un avance significativo si se considera que Alemania no formó su primera división Panzer hasta tres años después.Para la llegada del nazismo al poder en Alemania, el Ejército Rojo era un contrincante superior a su recién renombrado rival, la Wehrmacht.Alemania empezó a rearmarse de nuevo, y Stalin inició en 1937 la Gran Purga contra el Ejército.Después de un juicio secreto, Tujachevski y otros ocho altos oficiales fueron ejecutados.La purga de los militares no se detuvo allí, sino que entre 1937 y 1941, unos 30 000 oficiales del Ejército Rojo fueron ejecutados o enviados a prisión.Aunque la gran mayoría demostró gran inexperiencia al iniciarse la guerra contra Alemania, tres de ellos, Aleksandr Vasilevski, Alekséi Antónov y Matvéi Zajárov demostrarían estar aptos por mérito propio.No obstante, el Ejército Rojo estaba lejos de ser un "producto acabado".También se enviaron asesores militares soviéticos a España para auxiliar al Ejército Popular de la República.Estos asesores pudieron estudiar sobre el terreno las tácticas militares de ambos bandos y establecer algunas útiles conclusiones, pero los postulados resultantes sufrieron un análisis más político que técnico una vez que los asesores retornaron a la Unión Soviética, tras la caída en desgracia de Tujachevski.Los criterios políticos resultantes de la Gran Purga predominaron sobre las conclusiones técnicas a las cuales habían arribado en España los asesores soviéticos.Sin embargo, la Gran Purga eliminó muchos de los principales oficiales del Ejército Rojo (incluyendo a Tujachevski), y el concepto fue abandonado.Hitler observó que el mal desempeño soviético contra Finlandia aseguraba a la Wehrmacht un éxito sencillo en caso de atacar la Unión Soviética, pero Stalin sacó conclusiones de la campaña finlandesa para evitar que tales errores se repitieran en el Ejército Rojo.Otra operación poco conocida del Ejército Rojo fue la lucha en la frontera siberiana contra los japoneses, en 1938 y 1939, donde el general Gueorgui Zhúkov consiguió en agosto de 1939 derrotar decisivamente a las fuerzas japonesas (estacionadas en Manchuria) en la Batalla de Jaljin Gol.Durante la guerra la industria bélica se desarrolló enormemente ante la urgente presión militar causada por la invasión de la Wehrmacht.Las decisiones tácticas y estratégicas quedaban exclusivamente en manos de los militares profesionales, siendo que ante tales problemas concretos Stalin (a diferencia de Hitler) lanzaba proyectos genéricos pero evitaba imponer sus ideas ante los oficiales puramente técnicos del Ejército.La Segunda Guerra Mundial significó para el Ejército Rojo un enorme triunfo bélico y también una gran pérdida de vidas humanas.[8] En comparación, el Imperio ruso movilizó en la Primera Guerra Mundial doce millones de combatientes, sufriendo 1 700 000 muertos, 4 950 000 heridos y 2 500 000 prisioneros entre sus tropas.[9] Los soviéticos se mantuvieron en retroceso constante durante los años 1941 y 1942, cuando la iniciativa ofensiva correspondió a la Wehrmacht y cuando los jefes militares del Ejército Rojo aún insistían en mantener las tácticas estáticas propias de la Primera Guerra Mundial en conformidad con la ortodoxia de Stalin.
Comisión de reclutamiento al Ejército Rojo, 1918.
Lenin, Trotski y
Voroshílov
en el centro de la imagen junto a los soldados del Ejército Rojo, 1921.
Uno de los numerosos monumentos dedicados al Ejército Rojo
Soldados del Ejército Rojo a comienzos de los años 30.
Reunión de comandantes de distritos militares, 1927. De los trece militares sobrevivieron a las purgas cuatro de ellos (*). De izda a dcha. De pie: Aleksandr Pávlov, Mijaíl Víktorov,
Sháposhnikov (*)
, Aleksandr Vekman (*),
Uborévich
y Konstantín Avkséntievski (*). Sentados: Georgui Bazilévich, Mijaíl Levandovski,
Tujachevski
,
Voroshílov
(*), Nikolái Petin,
Kork
y Vladímir Orlov.
Tanques
T-26
soviéticos camuflados en la frontera soviética con Japón, 1938.
Soldados del Ejército Rojo en otoño de 1941.
Un cartel estadounidense, 1942.
Escena de la entrada del Ejército Rojo en
Bucarest
el 30 de agosto de 1944.