La independencia femenina, organizada principalmente en Madrid alrededor del Lyceum Club, fue condenada por miembros de la Iglesia católica que la consideraba escandalosa.Las mujeres siguieron estando excluidas de las organizaciones políticas y laborales tales como el Partido Socialista Obrero Español o la Confederación Nacional del Trabajo.Durante la Guerra Civil, el feminismo izquierdista dominante adoptó a menudo un enfoque individualista para abordar las desigualdades, con batallas sobre si su autonomía debería ser personal o política.Como resultado de ello, las contribuciones que las mujeres y las feministas hicieron durante la Guerra Civil fueron en gran medida olvidadas.Su membresía a principios del XX era casi exclusivamente masculina, y los socialistas no tenían interés alguno en los problemas de las mujeres ni en los objetivos feministas.Los grupos de mujeres del PSOE permanecieron pequeños y subordinados al interés mayoritario, dominado por hombres.Como consecuencia de ello, cuando comenzó la Guerra Civil, pocas mujeres socialistas se unieron al frente.Entre sus filas habría otras feministas españolas importantes tales como Isabel Oyarzabal de Palencia y Victoria Kent.[8][13][14][15] Carmen de Burgos fue principalmente conocida por escribir novelas cortas que se hicieron muy populares, aunque también publicó escritos feministas durante el periodo anterior a la República.Como feminista, luchaba porque se introdujeran reformas al sistema legal español, incluyendo la legalización del divorcio y el sufragio femenino.La independencia femenina, principalmente organizada en Madrid alrededor del Lyceum Club, fue condenada por miembros de la Iglesia católica que la veían como escandalosa.Continuó prestando servicios en el gobierno al ser nombrada Directora de Bienestar Público más tarde ese mismo año.[2][7][27] El Frente popular, en cambio, no quiso proporcionar armas a sus seguidores, temiendo que lucharan contra el propio Gobierno.A pesar de las diferencias ideológicas, las mujeres comunistas, republicanas y socialistas se reunían para tratar los asuntos políticos del momento.[7][13][30][22] Las mujeres fueron eficazmente mantenidas fuera de las dos principales organizaciones, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y la Federación Anarquista Ibérica (FAI).Se consideraba que facilitar el acceso a la información de las mujeres era fundamental si querían participar en el movimiento revolucionario.[10] El VII Congreso Comintern de Moscú en 1935 tuvo dos representantes del PCE, Ibárruri y José Díaz Ramos.[12] Aquel año, el partido también tuvo éxito en convencer a muchas mujeres socialistas para que se pasaran al bolchevismo.Después de que el gobierno sofocara la insurrección con legionarios marroquíes, unas 30.000 personas fueron enviadas a prisión y otras 1.000 murieron.Algunas mujeres tuvieron funciones organizativas importantes entre bastidores, como por ejemplo Dolores Ibárruri, Isabel de Albacete y Alicia García.[2][8] Durante la Guerra Civil, la corriente dominante del feminismo de izquierdas adoptó un enfoque fundamentalmente individualista para enfrentarse a las desigualdades.Permitió que las mujeres lucharan abiertamente en el campo de batalla, algo excepcional durante las guerras del XX.No entendieron su verdadero significado, y ello las hacía vulnerables al puritanismo político que más tarde se extendería por la izquierda.Ello tuvo como consecuencia que el movimiento fue menos eficaz a la hora de cumplir sus objetivos en relación con las mujeres.En ocasiones anteriores, las mujeres habían podido atender el congreso, aunque sólo como representantes de otras organizaciones anarquistas mixtas.[32][34] Durante el primer año de la Guerra Civil, la afiliación al PCE creció rápidamente hasta casi triplicarse.Cuándo las mujeres quisieron afiliarse al partido, se encontraron con que les resultaba imposible llegar a posiciones de liderazgo.Sin embargo, en términos generales, el final de la Guerra Civil supuso una doble pérdida para las mujeres Republicanas, puesto que primero les quitó su limitado poder político y la identidad como mujeres que habían conseguido durante la Segunda República y en segundo lugar, las obligó a volver a los confines de sus casas.Las leyes adoptadas en 1958 y 1961 proporcionaban una oportunidad muy limitada para que las mujeres pudieran trabajar en labores no-domésticas fuera de casa.Las feministas españolas del periodo de posguerra a menudo tuvieron que exiliarse para poder seguir en activo.
Ubicación de
Madrid
en España, donde aparecieron la mayor parte de los movimientos en pro del trabajo femenimo y donde tuvieron lugar la mayoría de las protestas de las mujeres se llevaban a cabo en la España pre-republicana.