[1] Se ha discutido su relación con el fascismo, que solo un año antes había llegado al poder en Italia.
[7] Aunque las dos grandes organizaciones obreras españolas, CNT y PSOE-UGT no se incorporaron al movimiento comunista, la Revolución de Octubre «actuó en España como un imparable mito movilizador que conmocionó durante años al obrerismo, arrastró a sus dirigentes y encandiló a las masas que intentaban encuadrar».
[9] Durante las huelgas los jornaleros ocupaban las fincas, siendo desalojados violentamente de ellas por la guardia civil y por el ejército.
[13][12] Así fue como el conflicto obrero catalán degeneró en una "guerra social" que tuvo por escenario principal Barcelona.
[21] «La ofensiva inesperada de los indígenas [encabezados por Abd el-Krim] concluyó en una desbandada general del Ejército español en dirección a Melilla.
El derrumbamiento del frente tuvo como consecuencia la pérdida en tan sólo unos días de lo conseguido con graves dificultades durante años.
[40][44] El nuevo gobierno disolvió en noviembre las «comisiones informativas», esta vez contando con el apoyo del rey que en junio había dicho en una reunión con los militares de la guarnición de Barcelona: «Actualmente asusta notar en nuestro ejército agrupaciones que, aunque las motivó un deseo tal vez nobilísimo, están francamente fuera de lo que aconseja la obediencia más elemental y la disciplina fundamental.
Poco después Alfonso XIII nombró a Primo de Rivera presidente del Gobierno.
Se creó un directorio militar con ocho generales de brigada del Ejército y un contralmirante.
En principio, la dictadura iba a ser un régimen temporal —Primo de Rivera dijo que su propósito era permanecer solo noventa días, tiempo suficiente para regenerar el país—, pero duró seis años y cuatro meses.
Las primeras decisiones del dictador marcaron el rumbo de cómo se iba a gobernar.
La Mancomunidad de Cataluña fue intervenida con el nombramiento del conservador Alfons Sala y se disolvieron las Diputaciones Provinciales.
Así pues, la dictadura se decantó desde el primer momento por "un nacionalismo español autoritario y beligerante.
La censura redujo a la mínima expresión no sólo la prensa democrática y obrera, sino también las publicaciones en otras lenguas.
Así cuando en marzo de 1925 se aprobó el Estatuto Provincial, que en la práctica prohibía la Mancomunitat, Sala dimitió.
[86] Así se fue produciendo un distanciamiento cada vez mayor entre Cataluña y la dictadura, aumentando progresivamente los conflictos.
Si no hubiera habido guerra aún sería capitán, afirma el historiador Gabriel Cardona.
Esto fue aprovechado por Abd el-Krim, el líder de la autoproclamada República del Rif, para lanzar una ofensiva, por lo que la operación fue una catástrofe.
Al año siguiente, Marruecos estaba completamente pacificado, y dejó de ser un problema para España.
Los civiles pertenecían a la Unión Patriótica, y entre ellos destacaban las "estrellas ascendentes del autoritarismo corporativo: José Calvo Sotelo [un antiguo "maurista" que en los dos años anteriores había ocupado la Dirección General de Administración Local] en Hacienda, Eduardo Aunós en Trabajo y el conde de Guadalhorce en Fomento".
[109] En 1927 el dictador italiano Benito Mussolini propuso la formación de un llamado "Bloque Latino" que agrupara a Italia, Francia, España y Portugal en una alianza basada en la civilización latina y la cultura común que existía entre estas naciones.
Sin embargo, hacia 1930, la diferencia en PIB per cápita con respecto a los países más avanzados continuaba siendo notoria.
Además, el incremento demográfico, unido al proceso anterior, provocó las primeras notables migraciones interiores en la península.
Todo ello logró aumentar la renta nacional y la producción industrial, pero empeoró drásticamente la situación de la Hacienda Pública, cada vez más endeudada.
Por otro lado, se trató de combatir la conflictividad laboral atrayendo al obrerismo más moderado.
En las ciudades, donde lo que dominaba era el pequeño y mediano patrono, el auge del poder sindical se traducía en obligaciones respecto a horarios, jerarquías de oficios, definición de tareas y de salarios a los que no estaban acostumbrados"); los sectores intelectuales y universitarios que abandonaron su "benévola expectativa", desengañados con su "regeneracionismo" conservador; diversos grupos sociales y políticos liberales que veían cómo la dictadura pretendía perpetuarse en el poder, incumpliendo su promesa de ser un "régimen temporal"; etc.
Alfonso XIII intentó mediar en el conflicto proponiendo una especie de pacto entre caballeros, pero Primo de Rivera se opuso radicalmente al pacto, amenazando con dimitir y recordándole al rey que el Ejército estaba bajo su mando.
[120] Los intentos de golpes de Estado eran una novedad que había legitimado la propia dictadura —era lícito recurrir a la fuerza militar (al viejo pronunciamiento) para derribar un gobierno y cambiar un régimen— y "en este sentido, la dictadura fue como un retorno a la política del siglo XIX", afirma Santos Juliá-.
[127] En cuanto al movimiento obrero, la CNT recobró sus fuerzas, aunque escindida entre los moderados que dirigía Ángel Pestaña y los más radicales agrupados en la FAI.
"Alfonso XIII, que era desde hacía seis años un rey sin Constitución, nombró al general Dámaso Berenguer [entonces jefe de la casa militar del rey][129] presidente del gobierno con el propósito de retornar a la normalidad constitucional".