Lucía Sánchez Saornil

En ese año conoció a América Barroso Mery, con la que vivió el resto de su vida.

Se ha convertido en figura simbólica y en torno de ella circulan abundantes ficciones.

Su madre falleció en 1908; a ella la evocó en el poema Calle de la infancia y le realizó un retrato en la madurez.

En Los Quijotes, iniciativa del propietario de una imprenta, Emilio G. Linera, su poesía se volvió sensual.

En enero de 1919 se adhirió al ultraísmo, primero de los movimientos vanguardistas literarios en España, activo hasta 1923, con el que colaboró en sus publicaciones más señeras: Grecia, Cervantes, Ultra, Tableros y Vértices, con frecuencia con el seudónimo citado;[4]​ finalizó con unos poemas en Plural (1925) y extendió su colaboración a Manantial (1929) y La Gaceta Literaria (1930-1931).

Es motivo de controversia el uso del seudónimo, del que se ofrecen tres explicaciones: la una, que son meras creaciones estéticas; la segunda, que así podía reflejar sin temor su deseo lésbico; la tercera, porque tratándose de un escritor y no una escritora, y al juzgar por la época y región, su obra tal vez tuviese más posibilidades de ser respetada y, en el mejor de los casos, publicada.

Por entonces era miembro del Partido Radical Socialista Revolucionario, de Balbontín, al que abandonó en 1932.

En el inicio de la Segunda República se afilió, con el número 26, al Sindicato Nacional de Teléfonos, afecto a la CNT, con lo que se integró al seno del movimiento anarcosindicalista.

En paralelo a la militancia sindicalista, Saornil se integró en Madrid en la Federación Anarquista Ibérica, en el grupo Los Intransigentes, y en 1938 en el Grupo Trabajo de Barcelona, con sus cercanos Miguel González Inestal y Trinidad Urién.

Al llegar al anarquismo, en 1932, su posición cambió;[1]​ sostenía que el feminismo burgués, que concedía a la mujer los derechos y empleos del hombre, era un remedo para salvar a la sociedad capitalista.

Justificaba la violencia (no indiscriminada) del momento, ya que era el único camino para derribar los privilegios.

En Umbral conoció a América Barroso García (1908-1977) Mery, que fue su compañera sentimental hasta la muerte.

Además, la organización le solicitó que pasara a las colectividades agrarias de Castellar.

Desde Perpiñán organizaron la distribución de ancianos, mujeres y niños hasta que la Administración francesa les obligó a asentarse cerca de París, donde continuaron la ayuda a la gente refugiada.

Declarada la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno francés ilegalizó las organizaciones y periódicos anarquistas.

Además, L. S. Saornil estaba dolida por el modo en que Francia trataba a los antifascistas españoles y, no menos importante, por cómo funcionaban los organismos republicanos —SERE, Gobierno, etc.— que disponían del dinero sacado de España, que se dedicaban a cuestiones de ambición interna en vez de planificar una ayuda eficiente a la población.

Otros, según recogió M. Cimbalo (2020), los encuadró en el título Siempre puede volver la esperanza.

Por ejemplo, para la editora primera de su poesía, Rosa Martín Casamitjana, sus poemas amorosos están atribuidos generalmente a un yo lírico masculino y dirigidos a un destinatario femenino porque o bien son una mera creación estética o bien son el reflejo de sus inclinaciones lésbicas.

[12]​ Criticó, sin nombrarlo, a Gregorio Marañón que sostenía la diferencia física entre hombres y mujeres.

Para Sánchez Saornil, las diferencias son por el medio ambiente en que se desarrollan hombres y mujeres.

Este no le llevó a idealizar ningún credo y con él desplegó una visión feminista total.

Así decía que el mundo masculino había venido oscilando frente a la mujer entre dos conceptos extremos de la prostituta a la madre sin detenerse en lo estrictamente humano, es decir, la mujer como ser racional pensante y autónomo.

Sánchez Saornil defendía que la maternidad era una más entre las posibilidades de la mujer para realizarse.

Para un anarquista, antes que el trabajador, está el hombre, antes que la madre debe estar la mujer.»[15]​ La obra poética de Sánchez Saornil se inició en 1914 y terminó en 1970, poco antes de su muerte.

Siempre puede volver la esperanza, con edición, introducción y notas de Jesús Gallego Montero, en 2022.

[10]​ En diciembre de 1916 inició su colaboración en la revista Los Quijotes, lo que alternó hasta 1919 en Cádiz-San Fernando.

También plasma en sus poemas otras artes, la pintura, la escultura y quiere captar el mundo sensorial: aromas, sonidos... Y utilizó el lenguaje erótico, lo que produjo sorpresa al conocerse su identidad ya que aludía abiertamente al deseo carnal.

[17]​ Su poesía dio un cambio al empezar a publicar sus poemas en revistas más vanguardistas: Grecia, Cervantes y Ultra.

[18]​ Según la teoría queer, en los poemas modernistas y vanguardistas, Sánchez Saornil denuncia con el uso del seudónimo la necesidad de encajar en los roles genéricos asignados por la sociedad patriarcal como único modo de obtener legitimidad en cuanto escritora.

[1]​ No dejó de escribir poesía, aunque apenas publicó, lo que ha contribuido a su olvido.

Redacción del periódico CNT en 1933. Saornil entre Mallada, Bartolomé, desconocido e Inestal
Lucía Sánchez Saornil, Emma Goldman y Christine Kon-Rabe (de izda. a dcha.), 20 de octubre de 1938.
Foto para carné de identidad de Lucía Sánchez Saornil, 10-VII-1953