Nacido en Holanda, el barón Thyssen-Bornemisza tuvo ciudadanía suiza, título nobiliario húngaro, residencia legal en Mónaco (a efectos fiscales) y otras casas en Reino Unido, Francia y Jamaica, si bien durante su vejez vivió principalmente en España.
Su fortuna había sido cimentada a finales del XIX por el abuelo de Hans Heinrich, August (1842-1926): se especializó en la producción de acero, mayormente para la industria armamentística; un sector que floreció en los años previos a la Primera Guerra Mundial.
Se cree que el encargo de Thyssen a Rodin pudo tener por mediador al escritor Rilke, quien entonces trabajaba como secretario del escultor francés.
Esto se formalizó mediante un singular trámite: el suegro acogió al yerno como hijo adoptivo; por lo cual en cierto modo la nueva pareja Thyssen-Bornemisza eran hermanos.
El enlace Thyssen-Bornemisza aseguró la continuidad de la baronía húngara (si bien asociada a un apellido extranjero) y también proporcionó a la baronesa Margit una cómoda posición económica, que le resultaría providencial en su exilio por la revolución comunista.
La nueva pareja Thyssen-Bornemisza adquirió como residencia un palacio que había pertenecido a los Batthyány ubicado en Rohoncz, en el extremo oeste de Hungría.
En 1919, ante la revolución comunista encabezada por Béla Kun en Hungría, la familia Thyssen-Bornemisza optó por salir del país y se estableció en Holanda, donde estaban radicadas varias de sus empresas.
En La Haya el primer barón empezó a conformar su colección y allí nació su último hijo Hans Heinrich en 1921.
Los barones se separaron pocos años después, y tras obtener el divorcio Heinrich contrajo segundas nupcias en 1932 con una joven berlinesa, Maud Feller, modelo fotográfica y dependienta de una galería de arte, quien ejerció una decisiva influencia en la colección: con el asesoramiento del experto Rudolf J. Heinemann persuadió al barón para que sumase pinturas de nivel superior, y también fue idea suya adquirir y redecorar Villa Favorita, una suntuosa mansión en Castagnola (Suiza), a orillas del Lago de Lugano.
Este museo particular abrió sus puertas en septiembre de 1936, si bien brevemente pues tuvo que cerrarse por la Segunda Guerra Mundial.
Otra rama de los Thyssen, encabezada por Fritz, hermano mayor del primer barón, permaneció en Alemania y respaldó a Adolf Hitler en su despegue político, lo que provocaría controversia años después: de manera simplista se asoció el apellido Thyssen al nazismo, obviándose que existían dos familias Thyssen diferentes, distanciadas tanto en los negocios como en la relación personal.
Hans Heinrich, a quien sus allegados llamaban Heini, tuvo una infancia más bien solitaria en Holanda.
Tuvo una buena relación con ambos, si bien el padre era de carácter más frío y severo.
Al primogénito Stephan los negocios no le interesaban, y las dos hermanas quedaron en un segundo plano, en parte por el machismo de la época.
Poseía mansiones repartidas por medio mundo (Lugano, París, Londres, Jamaica, Marbella...) y un yate: el Hanse.
Pero él no se hizo famoso por su faceta empresarial, sino por su ajetreada vida matrimonial y por sus afanes coleccionistas.
Para Hans Heinrich la colección tenía un valor sentimental ya que él había convivido con su padre en Villa Favorita; una etapa que le permitió conocer en profundidad los tesoros familiares y asumir el deber de preservarlos juntos.
En el reparto de la herencia Hans Heinrich percibió la porción mayor de bienes (cinco octavos del total) pero en lo tocante a los cuadros no se dio por satisfecho: se propuso recuperar los restantes para recomponer la colección.
Fue recomprando a sus hermanos las mejores pinturas que habían recibido (como las obras maestras de Holbein y Caravaggio) y a partir de 1954 unió a ellas muchas otras, no solo antiguas sino también modernas: expandió el repertorio hasta el Impresionismo y las vanguardias del siglo XX, una etapa del arte que su padre -de gustos más tradicionales- había ignorado.
Así, alternó compras de Duccio, El Greco, Rubens y Goya con Van Gogh, Kandinsky, Picasso, Mondrian, Lucio Fontana...
Gracias a sus estancias en Daylesford, trabó cierta amistad con el pintor Lucian Freud, quien vivía cerca, y le encargó dos retratos.
El barón se casó por tercera vez el 17 de septiembre de 1956, en esta ocasión con la modelo Fiona Frances Elaine Campbell-Walter (nacida en 1932), hija del Subalmirante Keith McNeil Walter (Campbell-Walter posteriormente) y su esposa, Frances Henriette Campbell.
Perdió la movilidad de un brazo y en sus últimos años tuvo que restringir las apariciones públicas.
y Otto Kahn), de modo que el mercado del arte vio circular piezas magistrales a precios ventajosos.
Su primera compra en este campo fue una acuarela de Emil Nolde, y llegó a reunir un nutrido repertorio del expresionismo alemán, estilo por el cual confesó sentir especial simpatía porque había sido tachado de «arte degenerado» por el régimen nazi.
Luego sumó ejemplos de otros movimientos artísticos que su padre había despreciado: Impresionismo (Renoir, Monet, Degas, Pissarro), postimpresionismo (Van Gogh, Toulouse-Lautrec, Paul Gauguin), los inicios de la pintura abstracta con Kandinsky, Cubismo (Pablo Picasso, Braque, Juan Gris), Constructivismo ruso (Liubov Popova), Surrealismo (Dalí, Magritte, Yves Tanguy)...
Coincidiendo con estas propuestas, su esposa Carmen Cervera le sugirió sondear al Gobierno de España.
La prensa internacional ensalzó la operación como una ganga,[3] y la noticia alcanzó tal resonancia que el periódico The New York Times la destacó en su portada.
Perfilado por el periodista José Antonio Olivar, quien conocía al barón desde 1985, cuenta con la supervisión de Carmen Cervera y se basa en grabaciones magnetofónicas efectuadas por Hans Heinrich, complementadas con documentación y fotografías de la familia.