Parte de su niñez transcurrió tanto en Irlanda como en Inglaterra, siendo su padre británico, nacido en Australia,[6] y su madre inglesa.
Desde 1925 residió en Londres, donde permaneció y trabajó durante 67 años, desarrollando allí casi toda su producción artística.
En 1937 participó en la muestra de diez Jóvenes Pintores Británicos, organizada por Eric Hall en Agnew's, Londres.
[7] En 1945, expuso en Londres, junto con los artistas ingleses Henry Moore y Graham Sutherland, su pintura Tres estudios para figuras al pie de una crucifixión (c. 1944), tríptico que, según el propio Bacon, marcó el punto inicial su carrera plástica.
[10] En 1960, la obra de Bacon figura en Pintura británica 1700-1960, muestra que tiene lugar tanto en Moscú como en Leningrado.
[11] Su padre era un militar británico retirado que se dedicaba a criar y entrenar caballos de carreras en Dublín.
En la pubertad, Francis Bacon se sentía atraído sexualmente por su padre,[12] llegando además a consumar "asuntos" con los mozos irlandeses que trabajaban en las caballerizas del exmilitar.
Luego de estar durante dos meses en Berlín se dirigió a Francia, visitando París y viviendo durante medio año cerca de Chantilly, alojado por una pianista y aficionada al arte que había conocido en una exposición parisina.
[17] Para 1945 Bacon desarrollaba ya un estilo propio e inconfundible, que años más tarde se tornaría obsesivo y hasta casi redundante o repetitivo.
Francis Bacon realizó algunas de las pinturas más impactantes y desgarradoras del arte contemporáneo.
Sin embargo, la enigmática obra de Bacon involucra no poco magnetismo sobre el espectador.
[19] El carácter de Bacon era tan atípico como poco dado a llamar la atención.
[24] En 1963, Bacon descubrió a George Dyer, su amante y modelo durante ocho años: lo sorprendió robando en su taller y, acto seguido, le propuso que podía llevarse todo lo que quisiera, solo si antes se acostaba con él.
[23] Hacia 1975 Bacon inició una relación más estable, con John Edwards, quien subsecuentemente heredó sus bienes: unos 11 millones de libras esterlinas.
[28] Si bien existen numerosas anécdotas acerca de él, Bacon llevaba una vida bastante solitaria y poco dada a escándalos.
[29] Al considerarlos, sin embargo, podía fácilmente tomar cierta distancia de ellos a través del sarcasmo y recurriendo al factor sorpresa, tal como sucedió, por ejemplo, cuando el crítico de arte David Sylvester alguna vez le preguntó a qué edad llegó a comprender que la muerte también le llegaría él algún día, para obtener el siguiente comentario por parte de Bacon: La actuación y el saber fingir era también parte de su estrategia artística.
[38] Con todo, Bacon siempre sintió una profunda e inamovible admiración por Pablo Picasso así como por Alberto Giacometti.
Solo Picasso representaba para Bacon la gran fuerza creadora e inspiradora, el referente artístico potente por excelencia y el punto de partida para toda posible contribución del anglo-irlandés en su quehacer plástico.
Trabajó la representación de la figura humana pero desfigurándola y posicionándola en espacios cerrados e indeterminados.
Según el investigador argentino Mariano Akerman, "la imaginería del pintor británico Francis Bacon es un fenómeno extraordinario", por ser "original y provocativo" aunque "deja también perplejos a no pocos".
[60] Ello no es casual, dado que Bacon es un notable exponente tanto del arte figurativo como de la deformación pictórica.
Mientras que tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos la prensa fue a menudo hostil para con Bacon, exactamente lo opuesto se dio en Francia.
Mas Bacon no llegó a vivir lo suficiente para presenciar este fenómeno en todo su alcance.
Alicia Koplowitz poseía un cuadro de Bacon, mas lo vendió porque le resultaba desagradable en casa: tomó una decisión equivocada, pues poco después los precios del artista se quintuplicaron.
[77] Referíendose a la importancia de los trípticos en su quehacer artístico, Bacon alguna vez expresó: Nieto del padre del psicoanálisis, Lucian Freud solía por su parte describir a Bacon en términos tan categóricos como elocuentes: «el más sabio y el más salvaje».
Entre los artistas plásticos que fueron influenciados por Francis Bacon se encuentran David Hockney, Carlos Alonso, Ygael Tumarkin y Norbert Tadeusz.
[81] Damien Hirst respeta profundamente el legado visual de Francis Bacon y lo reconoce como un referente crucial en su quehacer artístico.
[82] Evidencian inspiración en el arte de Francis Bacon películas tales como El último tango en París (Bernardo Bertolucci, 1973),[83] así como también La escalera de Jacob (Adrian Lyne, 1990) y La celda (Tarsem Singh, 2000).
[84] Acerca del personaje llamado Paul y encarnado en El último tango en París por Marlon Brando, el director italiano oportunamente declaró: En 1998, se publicó una biografía fílmica titulada Love Is the Devil: Study for a Portrait of Francis Bacon.