Allí conoció a Alberto Giacometti, aunque los dos nunca estuvieron cercanos.
Pretendía representar el tormento espiritual y físico de Cristo, se ordenó que la escultura se ocultara por orden del obispo de Annecy.
Este acontecimiento fue el catalizador de un gran debate sobre la naturaleza y el papel del arte sacro que tuvo lugar a lo largo de los cincuenta, durante el cual muchos artistas se vieron opuestos al papel tradicional del arte religioso y académico.
Algunos han descrito la controversia como un debate sobre la naturaleza de Dios en la sociedad moderna.
Richier fue celebrada en un sello postal emitido por La Poste en 1993 como parte de una serie conmemorativa que representaba a los artistas.