La sorprendente esvástica pintada en el instrumento no es un añadido posterior; este símbolo de origen celta o anterior fue incluido por Goya seguramente como alusión mitológica.[cita requerida] Este cuadro es un ejemplo de la asimilación por parte de Goya del segundo estilo neoclásico o Estilo Imperio, surgido en los años iniciales del siglo XIX.[2] En él el artista aragonés supera los moldes del neoclasicismo hispánico e italiano representado por Antón Raphael Mengs y los Tiépolo para entrar de lleno en los nuevos modelos franceses surgidos tras la Revolución francesa, en la línea de la escultura Paulina Borghese como Venus de Antonio Canova, realizada por estas mismas fechas.Este símbolo, ahora tristemente asociado al nazismo, tiene en realidad un origen celta o anterior y Goya hubo de pintarlo como una alusión mitológica.[cita requerida] Se contó que la pintura fue llevada desde Mallorca al extranjero por mar, y pudo pasar a Suiza.El cuadro reapareció un par de años después: lo poseía un noble inglés, Lord Wimborne, quien decidió subastarlo en Londres en 1986.Al anunciarse la venta, el gobierno español interpuso una demanda, alegando que la obra había sido exportada ilegalmente.Para cubrir dicha cifra, el gobierno español hubo de reunir dinero aportado por diversas empresas.