Filosofía presocrática

Los filósofos presocráticos se interesaban sobre todo por la cosmología, el principio y la sustancia del universo, pero las investigaciones de estos primeros filósofos abarcaban tanto el funcionamiento del mundo natural como la sociedad humana, la ética y la religión.

Buscaban explicaciones sobre los principios fundamentales con base en la indagación racional y no en la pura mitología, revelación o inspiración de los poetas.

La filosofía encontró un terreno fértil en el mundo griego antiguo debido a los estrechos vínculos con las civilizaciones vecinas y al surgimiento de entidades civiles autónomas, las polis.

Otros tres filósofos presocráticos procedían de ciudades jónicas cercanas: Jenófanes, Heráclito y Pitágoras.

Heráclito, que era notoriamente difícil de entender, es conocido por su máxima sobre la impermanencia, Panta rei, y por atribuir al fuego ser el arche del mundo.

[4]​ Esta manera de entender el inicio del pensamiento filosófico encuentra eco en Bruno Snell, aun cuando este sigue una perspectiva más histórica.

Según Cornford, la "física" milesia nada tiene que ver con la ciencia y la observación directa de la realidad.

Si el mundo homérico presenta una distribución, entre los crónidas, de diversos lotes y honores (Il.

A partir de este origen indiferenciado, la cosmogonía hesiódica hace nacer parejas divinas, que interactuando terminan por formar la estirpe de los dioses olímpicos, en los que se fundamenta el orden del mundo; para la cosmología jonia estos contrarios no son ya divinidades personales, como Urano y Gea, sino naturalezas como lo cálido y lo frío, lo húmedo y lo seco, que en su interacción dan forma al cosmos cíclico.

[23]​ Jean-Pierre Vernant retoma estas consideraciones sobre las condiciones sociales que hicieron posible el advenimiento del pensamiento filosófico, y las reformula.

[26]​ En general los tratadistas están de acuerdo en poner fin al período presocrático una vez que se desarrolla y difunde el pensamiento platónico.

Aun cuando Heráclito o los pitagóricos parecen estar interesados en temas éticos, la diferencia con la sofística es notable, cuando esta concibe al hombre como medida de todas las cosas, o con la afirmación socrática acerca del reconocimiento de la ignorancia del hombre.

[29]​ Sea como sea que se entienda el inicio o el fin del período histórico considerado, nos encontramos allí con un grupo de pensadores que dista mucho de ser homogéneo en sus intereses especulativos, en sus métodos e incluso en sus formas expresivas.

La Escuela Pitagórica, en cambio, parece tener más probabilidades de haber sido real, puesto que era no solo una asociación con fines filosóficos, sino también religiosos, y hay una apreciable cantidad de testimonios anteriores a Teofrasto que nos detallan su actividad.

Kirk, Raven y Schofield modifican la vieja distinción entre escuela milesia y escuela itálica, modificando la nomenclatura geográfica pero concibiendo cierta unidad de orientación: por un lado presentan a los pensadores jonios, caracterizándolos como monistas materialistas: cada autor concebía un principio material (el agua o el aire, por ejemplo) como génesis de la pluralidad de las cosas que se presentan ante los ojos.

[35]​ Los jonios están divididos históricamente en pre-parmenídeos (los ya mencionados, precedidos por la escuela de Mileto) y post-parmenídeos (Anaxágoras, Meliso, los atomistas).

Sus representantes tuvieron intereses no naturalistas, sino especulativos, aunque sobre este punto tampoco hay una uniformidad total.

Hoy contamos solo con fragmentos que nos han sido trasmitidos como citas más o menos precisas de pensadores y recopiladores posteriores.

[41]​ Las primeras noticias sobre pensadores presocráticos nos llegan por Aristófanes, Heródoto y por escritos hipocráticos, pero estos escritores del siglo V a. C. nos trasmiten esporádicamente datos muy escasos.

Lo importante a tener en cuenta es que no es la antigüedad de una cita lo que la hace más o menos fidedigna,[43]​ sino la naturaleza de la obra donde aparece, su estilo, la intención del autor, su acceso a otras fuentes, y otros detalles.

Según Kirk y Raven, Platón es extremadamente descuidado en citas de todo tipo,[44]​ su actitud no es objetiva, sino humorística o irónica.

Estos comentaristas siguen, como también lo hacen Eggers Lan y Juliá, a Cherniss[50]​ en la valoración de Aristóteles como citador: este está ocupado en construir su propio sistema filosófico, en general selecciona solo citas que le interesan para tal fin, sin respetar órdenes cronológicos, e incluso llega a distorsionar los temas tratados o exponerlos mezclados con sus reflexiones sobre las implicaciones de tal doctrina en su sistema.

Esta actitud nace de su concepción histórica: piensa que los pensamientos anteriores a él son un titubeante avance hacia la verdad contenida en su propia doctrina.

Y aunque la objetividad del escrito ha sido cuestionada, otros estudiosos han comparado los lugares donde Teofrasto cita el Timeo platónico, y la conclusión ha sido que procede con gran exactitud,[55]​ a pesar de que unas pocas veces tiñe la exposición con las opiniones aristotélicas vertidas, por ejemplo, en el de Caelo.

En 1903, Hermann Diels, que ya había escrito la importante obra Doxographi Graeci,[63]​ publica la no menos trascendente compilación Fragmente der Vorsokratiker.

Allí se encuentran editados los testimonios biográficos, las interpretaciones antiguas, las citas directas auténticas y las citas de imitaciones de más de cuatrocientos autores, entre los cuales no solo se hallan filósofos presocráticos en sentido literal, sino también poetas antiguos y sofistas y otros escritores posteriores a Sócrates cuyas obras no se han conservado completas.

[64]​ Y a tal punto lo logró, que actualmente todos los estudios sobre los presocráticos utilizan, para citar los fragmentos, el orden de su edición.

Tampoco contiene todos los fragmentos referidos a los autores tratados sino solo una selección, en griego y con traducción al inglés, seguida de amplios comentarios.

Luego de un capítulo inicial (I) sobre los precursores de la cosmogonía filosófica, donde se ocupan en caracterizar la visión ingenua que los griegos tenían del cosmos, las cosmogonías órficas y "mixtas", pasan a considerar a los presocráticos propiamente dichos, en tres secciones.

La primera, dedicada a los pensadores jonios, contiene estudios sobre (II) Tales, (III) Anaximandro, (IV) Anaxímenes, (V) Jenófanes y (VI) Heráclito.

Esquema de dependencias de las fuentes doxográficas más relevantes.
El filólogo alemán Hermann Diels (1848-1922).