Sin embargo, en la Roma de Augusto (finales del siglo I a. C.), un particular, Cayo Mecenas, cobró tanta fama como protector de las artes que su nombre pasó a designar tal función social.Durante la Alta Edad Media, la Iglesia fue prácticamente la única institución que ejerció el mecenazgo artístico y cultural, dado su monopolio de las actividades intelectuales (con excepciones puntuales, como el Renacimiento carolingio).[1] Quien encargaba la obra determinaba qué santo o advocación debía representarse (habitualmente su santo patrón por razón de oficio, ciudad, familia o nombre, pero también cualquiera por el que se deseara demostrar una particular devoción).De este modo, las escenas representadas podían terminar siendo totalmente arbitrarias, sin relación con ninguna realmente descrita en hagiografías o Sagradas Escrituras, sino simplemente un conjunto de santos en sacra conversazione.Se fue perfilando un tipo ideal de artista universal, humanista, que define la época.También la arquitectura se volvió más ostentosa, como se evidencia en el palacio de Fontainebleau mandado construir por Francisco I de Francia, o las construcciones vaticanas promovidas por los papas Julio II y León X, que aglutinan arquitectura, escultura y pintura desarrolladas por los mejores artistas del momento, como Bramante, Miguel Ángel y Rafael.[7] Durante el Barroco se incrementó el afán por acumular obras de arte, así como objetos de toda índole: en el Museo Kircheriano, fundado por Athanasius Kircher en 1651, se conservaban tanto obras de arte como animales disecados, objetos científicos, instrumentos musicales, antigüedades egipcias y romanas, y otros objetos.[9] La Edad Contemporánea significó una transformación radical de la relación entre público y artista.Marchantes y coleccionistas (como Ambroise Vollard) pasaron a ser los personajes más influyentes.Esta nueva era supuso la democratización del arte, ya que la mayoría de colecciones reales, que antes solo servían para el disfrute personal del monarca, pasaron a museos públicos abiertos al público.Sin embargo, fue la nueva clase burguesa compuesta por empresarios, industriales, banqueros, comerciantes y profesionales liberales la que lideró el nuevo mecenazgo contemporáneo, con nombres como los Morgan, Rothschild, Carnegie, Rockefeller, Tretiakov, Guggenheim, Thyssen, Gulbenkian, Ludwig, etc. A través de las nuevas galerías el arte tuvo una mejor difusión y acceso a un público cada vez más mayoritario.
Los comitentes (no identificados con certeza) de la
Trinidad
de
Masaccio
(ca. 1428) son representados en posición orante, en un plano inferior a la Virgen y San Juan (así como estos en un plano inferior a las tres personas de la Santísima Trinidad).
La corte medicea se representó en la
cappella dei Magi
de su palacio en Florencia (1459-1461).
El papa
Julio II
(aquí retratado por
Rafael
) fue uno de los principales mecenas del Renacimiento, y en gran medida responsable del cambio de la centralidad cultural de Florencia a Roma, a donde atrajo a artistas de la talla de
Miguel Ángel
, con el que mantuvo una tormentosa relación (reflejada en la película
El tormento y el éxtasis
).