Actualmente, del palacio solo se conservan los antiguos jardines y el parque, denominados Domaine National de Saint-Cloud."Madame Palatine", como se la llamó, pasaría a la historia por sus ácidas cartas sobre la corte de Luis XIV.Desde entonces, Saint-Cloud presentaría el típico esquema en forma de U del château francés, con tres alas que flanqueaban una cour d'honneur.Jules Hardouin Mansart realizó la última aportación al castillo en 1687-1688, edificando un pórtico en la Aile du Midi, y una suntuosa escalinata de acceso en la misma.Madame Palatine, continuó residiendo en el palacio, convirtiéndose en una de sus residencias favoritas.En 1773, este último se casó morganáticamente con su amante la marquesa de Montesson, y renunció a visitar sus residencias oficiales (el Palais-Royal y Saint-Cloud), ya que, dada la disparidad de rango entre los esposos, el protocolo siempre resultaba engorroso.María Antonieta adquirió St-Cloud por su proximidad a París, en Versalles siempre se había sentido aislada, y porque era un château de tamaño mediano y rodeado de un amplio parque.Al ser propiedad en usufructo de la reina, el palacio permanecía bajo su administración, los criados llevaban su librea y no la del rey.Las nuevas estancias recibieron un suntuoso mobiliario de Adam Weisweiler y Georges Jacob.En la primavera de 1788, el palacio ya estaba listo para acoger a la familia real.Una vez instalado en las Tullerías, el nuevo primer cónsul Bonaparte buscó una residencia secundaria para pasar los meses cálidos del año.Un vez restaurado en el trono, Luis XVIII solía visitar Saint-Cloud en verano, apenas un mes para permitir trabajos de mantenimiento en la Tullerías, siempre echó de menos Versalles.La vida de la familia real se caracterizaba por su simplicidad y quietud, e incluso por la monotonía, la etiqueta era reducida al mínimo cuando no había grandes recepciones ni cacerías.Aunque en el palacio hubo desperfectos en algunos espejos y cuadros, por lo general Saint-Cloud se salvó de las destrucciones que experimentó las Tullerías gracias la rápida intervención de la guardia nacional.Por lo general, la estancia otoñal en el palacio se caracterizaba por un ambiente familiar e íntimo, similar al que se vivía también en los aposentos privados de las Tullerías, solo puntualmente tenían lugar cenas con un carácter más político y diplomático y representaciones teatrales.Afortunadamente, palacio no sufrió saqueos como las Tullerías ni incendios como el Palais-Royal o Neuilly.Tal y como había hecho su tío Napoléon I, el príncipe Luis-Napoléon, presidente de la República, tenía el firme convencimiento de usar Saint-Cloud como escenario para grandes eventos históricos.Luis-Napoléon se había alojado en el palacio desde 1850 y, en 1852, recibió, con gran solemnidad, al emir Abd-el-Kader, encarcelado bajo Luis Felipe I en Amboise y ahora liberado por el presidente.El verano del mismo año, el Luis-Napoléon se habría encontrado por primera vez en Saint-Cloud con la aristócrata española Eugenia de Montijo, que luego se convertiría en su esposa.La corte llegaba a Saint-Cloud durante la primavera, y permanecía allí hasta mediados de junio cuando partía a Fontainebleau, el mes de agosto se reservaba para las visitas a los balnearios de Plombières o Vichy, en septiembre tocaban los bains de mer en Biarritz, luego otra estancia en Saint-Cloud para, a continuación, pasar el otoño en Compiègne, donde se celebraban las famosas séries; el invierno se pasaba en las Tullerías.La pareja imperial se instaló en la Aile du Midi, el Emperador en los antiguos aposentos de María Antonieta cara a la cour d'honneur y la Emperatriz en los de Luis XVI que daban al jardín.El appartement de Napoléon I/Carlos X cara a la orangerie se reservó para visitantes ilustres.Durante el Segundo Imperio, el palacio fue lugar de constantes fastos y recepciones, en oposición al carácter más intimo y familiar que había caracterizado a los dos regímenes anteriores.Durante toda la noche las tropas prusianas intentaron extinguir la deflagración salvando aquellos muebles y objetos que aún permanecían en el palacio.Existe el debate entre los historiadores si los esfuerzos de los prusianos fueron desinteresados o fueron la excusa para esconder hurtos.Francia perdía, por lo tanto, a los dos castillos más emblemáticos de los regímenes monárquicos del siglo XIX, quizás por eso, los soberanos posrevolucionarios son aún tan desconocidos por el gran público.
La
Gallerie d'Apollon
en 1860.
El parque de Saint-Cloud en 1675.
Golpe de Estado del 18 de Brumario en la Orangerie de Saint-Cloud.
Napoléon proclamado emperador en la
Galerie d'Apollon
.
La duquesa de Gontaut paseando con los
fils de France
.
Luis Felipe y su familia en los jardines de Saint-Cloud.
La
Aile du Midi
(derecha) con los aposentos reales en 1860.
La boda del duque de Nemours en Saint-Cloud.
Litografía de la colección "París y sus ruinas", Charpentier 1874, que representa el castillo de Saint-Cloud en llamas.