Fernando I de Bulgaria

Durante su largo reinado, Bulgaria proclamó la independencia del Imperio otomano y participó en diversas guerras para ampliar su territorio.

Se vio forzado a abdicar tras la derrota del país en la Primera Guerra Mundial en 1918 y vivió desde entonces en el exilio hasta su muerte en 1948.

El gobierno del país estuvo controlado, sin embargo, por el liberal Stefan Stambolov, que impulsó las relaciones con Rusia.

Algunos dignatarios y visitantes en ocasiones buscaban el favor de Fernando haciéndose acompañar por jóvenes atractivos cuyos servicios íntimos le ofrecían.

Se cuenta la anécdota que durante la Primera Guerra Mundial el ministro de la Guerra acudió al cuartel general del rey Fernando para discutir un asunto extremadamente urgente, y descubrió que Fernando se había ido a merendar al campo con un joven que se había encontrado.

Fernando tenía gran poder en la política nacional gracias al poder de encargar el Gobierno a uno u otro partido.

[3]​ En 1897, el acuerdo austro-ruso por el que las dos potencias acordaron defender la situación en los Balcanes ante cualquier intento de cambio frustró las maniobras de Fernando, que necesitaba del antagonismo entre Austria-Hungría y Rusia para avanzar hacia sus objetivos en política exterior: el pacto entre ellas paralizó a Fernando.

[6]​ En 1899 sustituyó al rusófilo Stoilov por el austrófilo Dimitar Grekov, lo que le valió la reconciliación con la corte austrohúngara y ser recibido con honores en Viena.

[7]​ Su gran habilidad diplomática, sus conexiones con la nobleza europea, su inteligencia y ambición eran reconocidos, por otra parte, por los políticos búlgaros, que los consideraban beneficiosos para sus aspiraciones en el exterior.

[7]​ Por otra parte, Fernando también mostraba defectos como gobernante: era un mediocre administrador al que le aburría la gestión del día a día, le aburrían las finanzas, tenía una tendencia a derrochar dinero y sus conocimientos militares e inclinación por la guerra eran nulos.

[9]​ En enero de 1908, anunció su compromiso con la princesa alemana Leonor Reuss-Köstritz, un año mayor y conocida por su trabajo con la Cruz Roja en Manchuria durante la guerra ruso-japonesa.

[13]​ La anexión de Bosnia por Austria-Hungría al día siguiente y el disgusto ruso por no obtener la apertura de los estrechos del mar Negro a cambio acabó con la cooperación austro-rusa en la región y acabó con el equilibrio político que se había mantenido desde 1897.

[22]​ Durante la crisis del verano que llevó a la guerra, Fernando evitó comprometerse con los austrohúngaros y mantuvo durante el primer año su neutralidad en el conflicto con el objetivo de que la guerra sirviese a Bulgaria para rescindir el Tratado de Bucarest.

Al principio Bulgaria derrotó a Serbia y se apoderó del territorio en disputa de Macedonia.

[24]​ Para entonces Fernando deseaba el fin del conflicto y se sucedieron los contactos oficiosos con los Aliados, probablemente con la anuencia de aquel.

Después de su abdicación, Fernando se retiró a sus posesiones familiares en Coburgo, Alemania.

Había conseguido conservar gran parte de su patrimonio personal como para vivir acomodadamente.

[28]​ En 1920 logró recuperar ciertos títulos depositados en el Banco de Inglaterra y se convirtió en millonario en libras.

[28]​ Recuperó además sus antiguas posesiones en territorio húngaro, entonces ya parte de Checoslovaquia.

El principal objetivo de la vida es sobrellevar cualquier exilio corporal o espiritual con dignidad.

Su hijo mayor y sucesor, Boris III, murió en circunstancias misteriosas después del regreso de una visita a Adolf Hitler en 1943.

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Fernando I de Bulgaria en su juventud.
Monograma real de Fernando I de Bulgaria
Fernando junto a los otros soberanos de las Potencias Centrales a las que se alió durante la Primera Guerra Mundial .
Fernando en los jardines de Coburgo durante su exilio. Después de su abdicación, regresó a sus posesiones en Alemania y se dedicó a sus estudios de ciencias naturales.