La Carta de la Tierra afirma que la protección medioambiental, los derechos humanos, el desarrollo igualitario y la paz son interdependientes e indivisibles.
[2] Pedimos prestado (tomamos) capital ambiental a las futuras generaciones sin intención ni posibilidad de reintegrárselo...
Así pues, esta crisis reflejaría otra más profunda, una crisis de fundamentos, de los principios que han presidido la evolución humana durante los últimos siglos: interés individual, competición, rendimiento financiero, acaparamiento, dominación,[17] despilfarro ecológico.
El concepto de sostenibilidad, tal como fue introducido por el Informe Brundtland en 1987, une la ecología a los factores económicos y sociales del desarrollo.
La declaración asume así las cuatro grandes tendencias del discurso ecológico: ambiental, social, profunda, e integral.
Son - somos - lo mismo, y sin duda parte de un todo que es el cosmos intergaláctico, el universo.