Invencible Inglesa

[9]​ Finalmente, como tercer objetivo, se tomarían las islas Azores y capturaría la flota de Indias.

A raíz de este desastre, el que había sido hasta entonces héroe popular en Inglaterra, Francis Drake, cayó en desgracia.

Posiblemente influidos por el exitoso ataque de Drake a Cádiz en 1587, los ingleses cometerían graves errores tácticos y estratégicos, que desembocarían en un desastre.

Los ingleses no tenían en aquel momento ninguna experiencia en la organización de grandes campañas navales, por lo que la logística fue muy deficiente.

Si bien Drake había obtenido notables éxitos actuando como corsario y pirata, numerosos compañeros habían criticado furiosamente su actitud durante la campaña de la Invencible española el año anterior, aunque Drake finalmente consiguió atribuirse todo el mérito de la derrota española, mérito del que dudan diversos historiadores.

Según su historial anterior, la expedición de la Invencible Inglesa requería un jefe con sus supuestas cualidades.

Pero los hechos posteriores demostrarían que Drake no era el hombre adecuado para mandar una gran expedición naval.

Allí, tras conocer el peligro, se ordenó encender fuego en la torre de Hércules para avisar del riesgo a toda la comarca.

Este hecho ponía en duda la estrategia inglesa para Portugal, pues se suponía que Antonio de Crato debería captar seguidores y liderarlos en la batalla contra España.

El plan consistía en que Drake forzaría la boca del Tajo y atacaría Lisboa por mar, mientras Norreys, que iría reuniendo adeptos y pertrechos por el camino, atacaría la capital por tierra para finalmente tomarla.

Al llegar los ingleses a Lisboa, tras haber recorrido 75 kilómetros infernales, su situación era dramática porque carecían de medios para forzar su entrada en la capital.

Si bien las autoridades españolas no confiaban totalmente en las tropas portuguesas, nunca llegaron a producirse levantamientos ni motines.

Los ingleses buscaron refugio en el convento de Santa Catalina, pero fueron acribillados por la artillería de la galera comandada por el capitán Montfrui, y se vieron forzados a salir y continuar la marcha bajo un fuego incesante.

La noche siguiente, los soldados de Norreys montaron su campamento en la oscuridad para evitar ser detectados por las temibles galeras.

Al no conseguir localizar la posición de las tropas invasoras, don Alonso de Bazán ordenó simular un desembarco echando varios botes al agua, indicando a sus hombres que hiciesen el mayor ruido posible, que disparasen al aire y gritasen, lo cual provocó inmediatamente la alerta y la confusión en el campamento inglés, que se preparó para la defensa.

Si bien las galeras eran ideales para atacar tropas terrestres desde las aguas costeras poco profundas, como se había demostrado una vez más en Lisboa, estas eran claramente inferiores a cualquier velero de guerra en un combate naval.

En cualquier caso, esta maniobra era extremadamente arriesgada, pues la aparición repentina del viento podía permitir al velero ponerse de costado a la galera atacante y destrozarla gracias a su abrumadora superioridad artillera.

El comandante español estaba preocupado por los planes de Drake, y temía que su intención fuese volver sobre Cádiz para atacarla como ya había hecho en 1587.

Durante la noche, Padilla se adentró entre la flota enemiga, y envió a un capitán inglés católico a bordo de un esquife para ponerse en contacto con los marinos ingleses y tratar de averiguar sus planes.

Entre estos últimos se contaban tres capitanes, un oficial de ingenieros y varios pilotos.

Los españoles decidieron entonces quemar los buques de mayor tamaño y hundir a cañonazos los más pequeños, hecho lo cual se retiraron manteniendo las distancias con los grandes veleros enemigos, que no pudieron alcanzarlos.

Tras esto, Padilla, muy preocupado por el peligro que corría Cádiz, y a pesar de haber recibido tres nuevas galeras de refuerzo, decidió abandonar la lucha y poner rumbo a la ciudad andaluza para participar en su defensa llegado el caso.

Drake puso rumbo entonces a las islas Azores, para tratar de conseguir el último de los objetivos acordados al planearse la expedición, pero sus fuerzas estaban ya muy mermadas, y fueron rechazados sin grandes dificultades por las tropas ibéricas destacadas en el archipiélago.

[14]​ Tras numerosas deserciones y un nuevo brote de tifus, Drake decidió dividir la expedición.

La retirada inglesa degeneró en una carrera individual en la que cada buque luchaba por su cuenta para llegar lo antes posible a un puerto amigo.

Y tan mal cariz tomó la protesta que para reprimirla las autoridades inglesas ahorcaron a siete amotinados.

A las pérdidas humanas hay que añadir la destrucción o captura por los españoles de al menos doce navíos, y otros tantos hundidos por temporales.

Teniendo en cuenta que las pérdidas de la Corona inglesa debidas a la derrota habían superado las 160 000 libras, el negocio no podía ser más ruinoso para Isabel.

Por su parte, los ingleses debieron abandonar su pretensión de controlar las rutas comerciales entre Europa y América y su promoción de flotas corsarias contra España, cesar en su apoyo a las revueltas en Flandes y permitir a las flotas españolas enviadas para combatir a los rebeldes holandeses utilizar los puertos ingleses, lo cual suponía una total rectificación en la política exterior inglesa.

Inglaterra no emergería definitivamente como primera potencia naval hasta la Guerra de Sucesión española, en 1700-1715, aunque durante el protectorado de Oliver Cromwell la marina inglesa venció repetidamente a la holandesa en la primera guerra anglo-holandesa.

Sir Francis Drake (hacia 1581). Fue considerado como un pirata por las autoridades españolas, mientras que en Inglaterra se lo valoró como corsario y se lo honró como héroe. Lo cierto es que unas veces actuó como pirata y otras como corsario.
Francis Drake (hacia 1581). Fue considerado como un pirata por las autoridades españolas, mientras que en Inglaterra se le valoró como corsario y se le honró como héroe. Lo cierto es que unas veces actuó como pirata , y otras como corsario .
Entrada al fuerte de San Antón, convertido en museo arqueológico en 1964.
Vista de Lisboa desde el castillo de San Jorge . En él se acantonaban las tropas ibéricas en 1589.
Galera española del siglo XVI , similar a las que participaron contra la Invencible Inglesa de 1589.
Pintura anónima de navíos ingleses en la batalla naval de Gravelinas de 1588.
El Revenge , buque insignia de Drake en 1589, en el momento de su captura por parte de la Armada Española en aguas de las islas Azores en 1591, dos años después del desastre inglés.