Robert Devereux, II conde de Essex

[3]​ Por eso, le resultó penoso enterarse, en 1589, que Essex había embarcado, sin decirle palabra, hacia España.

[4]​ Isabel se enfureció tanto por el desastroso resultado de la empresa como por la crueldad amorosa de su joven favorito, quien partió sin autorización; sin embargo, la reina le perdonó y le ofreció a Essex cargos muy lucrativos para permitirle solucionar sus dificultades financieras.

[5]​ El joven favorito marchó rápidamente al continente, pero su expedición constituyó un auténtico fracaso, dado que debió regresar mucho antes de lo previsto.

Por segunda vez, Isabel se enfureció al ver que su favorito obraba según su capricho y aunque Essex le escribía cartas conmovedoras, el corazón de la reina no se mostraba propicio para indulgencias; finalmente ambos volvieron a reconciliarse.

Essex se convirtió así en jefe de un grupo de jóvenes aristócratas y comenzó a adquirir creciente influencia, aunque no faltaban quienes creían que era peligroso, entre ellos William Cecil y su hijo Robert Cecil.

Ambos, Cecil padre e hijo, estaban de acuerdo en que no debía permitirse a Essex llevar las cosas demasiado lejos.

Los Bacon eran sobrinos del anciano Cecil, quien, deseoso de situar bien a su hijo, jamás les había prestado atención.

[7]​ A su regreso, Essex fue recibido como un héroe e incluso el propio Cecil inició una tentativa de aproximación política.

Aquello era demasiado para Isabel, quien no pudo dominar su cólera y le gritó «Go to be hanged!» ("¡Ve a que te ahorquen!").

Bramando de cólera, el conde se dirigió hacia la puerta gritando que no volvería a poner los pies en la corte.

Esta noticia llegó al ya anciano Felipe II, quien prometió apoyo a la rebelión irlandesa.

Esta era la ocasión ideal para el conde de Essex, quien procuró a toda costa reconciliarse con la reina después de la bochornosa escena en el consejo, para poder ponerse al frente del ejército dispuesto a salir hacia Irlanda.

La expedición acabó en un auténtico fracaso y, gracias a su táctica, Tyrone logró una contundente victoria en la batalla de Curlew Pass.

[11]​ Essex comprendió entonces la imposibilidad de llevar a cabo su misión y, desesperado, cometió otro error aún más grave.

Sin autorización, ni siquiera sabiéndolo la reina, inició por su cuenta negociaciones con Tyrone y, durante la entrevista, le reveló que regresaría a Inglaterra con parte de sus tropas no para destronar a Isabel, sino para deponer al gobierno inglés.

Frances Walsingham (1569-1631), condesa de Essex, esposa de Robert Devereux I con su hijo Robert Devereux II.
Retrato de Isabel I, de autor anónimo , hacia 1589, conmemorando la derrota de la armada española (representada en el fondo). Obsérvese el globo terráqueo bajo la mano derecha de la reina, símbolo de su poder mundial.
Robert Devereux, Conde de Essex, con su "Sable de luto" (o armadura negra), por William Segar (1590).