Jaime y Clemente enviaron al embajador Jayme Alaric de Perpignan para desarrollar una Alianza franco-mongola que debía activarse en la Octava cruzada.
[3][4] Previo al fracaso, Alfonso IX de Castilla le advirtió en carta que no se podía confiar en los mongoles.
[6] Posteriormente, Jaime II de Aragón y Ghazan Kan se escribieron cartas para desarrollar una alianza contra enemigos comunes del mundo islámico, ofreciendo los aragoneses su apoyo militar a los persas mongoles para conquistar Jerusalén en el año 1300.
Inclusive Fernando Colon le diría al rey Carlos I que España tenía derecho a conquistar Persia.
Finalmente, nunca se dio una alianza formal entre el Imperio de Carlos V, pero dejó una mirada favorable a la propuesta en la opinión general en España.
Aquella convicción fue tan fuerte que incluso surgieron rumores durante la época de que ya habían llegado españoles y portugueses a combatir en el Golfo Pérsico del lado de los persas contra los turcos.
Aquello propagaron Aloigi di Giovanni Venetiano en su Viaggio di Colocut (afirmando que habían 1500 soldados ibéricos en 1529 en Persia, algo sin registro histórico) o Francisco López de Gómara (afirmando que habían soldados y artillería española en 1534 al servicio del Shah Tahmasp I).
[1] Otro intento de acercamiento a los persas fue con la cuarta guerra otomano-veneciana, donde todos los participantes de la Santa Liga prepararon en 1572 una embajada para informar al Shah Tahmasp I sobre la derrota del ejército otomano en la Batalla de Lepanto y proponer renovar la alianza para luchar contra los turcos; pero tras enfermar gravemente Tahmasp I en 1574 y su posterior muerte 2 años después, tales planes no se pudieron concretar al estallar una guerra civil en Persia (en la que los turcos aprovecharon en invadir Irán).
[1] Finalmente, tras poner Felipe a Portugal bajo la Casa de Austria y dar inicio a la Unión Ibérica, España se tuvo que hacer cargo del Imperio Colonial Portugués, entablando contacto diplomático en Medio Oriente con el Reino de Ormuz (territorio persa bajo protectorado portugués) y la Persia safávida, buscando amenazar a los otomanos de guerra en 3 frentes (en el Mar Mediterráneo, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico).
Tales misiones religiosas católicas en Persia serían vitales para entender las relaciones hispano-persas, sobre todo los Agustinos en Ormuz y Goa, resaltando el embajador hispano Antonio de Gouvea (nombrado Visitador apostólico en Persia y obispo de Cirene en África, no tan patriarca de Armenia como Shah Abbas I había exigido)[16] y el persa Dengiz Beg Rumlu.
También pretendió vender los excedentes de seda y hacer algunas ganancias, pero debido a malentendidos provocados por Dengiz Beg Rumlu, los monarcas españoles pensaron que fueron obsequios (lo que contribuyo a su muerte de Dengiz).
Posteriormente se logró un acuerdo comercial Hispano-Persa para exportar la seda persa por la Ruta del Cabo, pero que no llegó a ser aplicado, lo que agrio las relaciones, junto a la pobre respuesta de Felipe al incidente con Dengiz.
Este último bien fue muy apreciado en Irán, apareciendo el verso persa “Nunca ha habido una prenda de tal belleza” por el rojo perfecto que provocaba en la tela.
En ese plan, aunque inicialmente España quiso lograr un acuerdo de paz con los ingleses (algo obstaculizado por la corte portuguesa, que insistía en asegurar un monopolio en el Golfo Pérsico, pese a no estar en condiciones para imponerlo), al final se buscó augurar la superioridad marítima portuguesa, que compensaba la superioridad numérica persa en los ejércitos de tierra, evitando que la marina inglesa permitiera transportar las tropas continentales iraníes hacia las islas portuguesas en Medio Oriente (como Ormuz), enviándose a Ruy Freire en 1619 para desalojar a los ingleses de Qeshm (lo cual enfureció al Shah por lo que percibió como un afrenta a su soberanía).
[13] También se buscó predicar la fe católica en Oriente (según los designios directos de Roma) que buscaba reunificar a la Iglesia armenia (cuya independencia estaba bajo la protección persa) con la Iglesia católica armenia, además de convertir a los musulmanes al Catolicismo.
[23] Los conflictos internacionales y nacionales que asolaron al mundo pero también a España e Irán, fueron las razones por las cuales los dos países no lograron restablecer sus vínculos directos hasta 1951, año en el que se reabrió la Legación española en Teherán por Emilio Beladíez en calidad de encargado de negocios.
España ha sido el segundo país de la UE más afectado por la medida, tanto en términos porcentuales tras Grecia, como absolutos tras Italia.
Tras un empeoramiento en 2009, España volvió a mejorar en 2010 la media de la UE, cuyas exportaciones aumentaron un 8,5% frente al 11,2% español.
Resulta interesante resaltar que en tres años, entre 2009 y 2011, las exportaciones españolas a Irán crecieron casi un 50%.