Ibn Battuta

Es el más conocido de los grandes viajeros musulmanes; su rihla o periplo por el Oriente duró veinte años, que relató con detalle en una crónica dictada al estudioso granadino Ibn Yuzayy, a instancias del sultán marínida (o benimerín).

Pareja a la trascendencia del personaje, la Asociación Ibn Battuta, formada por historiadores y profesionales del sector turístico, gestiona el museo de Ibn Battuta en Tánger, en el barrio de Al-kasaba.

Una de las versiones traducidas al castellano se ha denominado A través del Islam, publicada en 1981.

En esta fase del viaje recorre las ciudades de Tremecén, Argel y Constantina, estas dos últimas acompañado por unos comerciantes tunecinos.

Posteriormente, visitó las poblaciones de Susa, Gabes y Trípoli, para finalmente llegar a Alejandría.

Esto le permitió desplazarse con cierta seguridad, ya que las autoridades mamelucas hacían un especial esfuerzo en mantener segura para los peregrinos la ruta que pasaba por los lugares santos de Hebrón, Belén y Jerusalén.

En Bagdad conoce al joven Abu Saíd Bahador Jan, «rey de los dos Irak» y último gobernante del Iljanato unificado, cuya muerte y posterior fragmentación de su reino cuenta también Ibn Battuta en su relato, escrito varias décadas después.

En sus viajes por Irak y Persia, Ibn Battuta tiene ocasión de conocer a los chiíes, rama del islam inexistente en el Magreb, de cuyas creencias abomina y a quienes no oculta su antipatía.

Tras cumplir por segunda vez con el rito del hach, Ibn Battuta permaneció en La Meca durante un año, dedicándose por entero a la vida religiosa, lo que le permitió trabar conocimiento con numerosos peregrinos.

Un viaje por mar desde Damasco en un barco genovés lo llevó hasta Alanya en la costa sur de Anatolia.

Desde allí viajó hacia el sur hasta Afganistán, cuyos pasos de montaña cruzó para seguir a la India.

El Sultanato de Delhi era una adición relativamente nueva a Dar al-Islam (la tierra del Islam), y el sultán había decidido traer tantos estudiosos musulmanes como fuera posible para consolidar su dominio.

Con la sabiduría adquirida en sus años de estudio mientras estaba en La Meca, Ibn Battuta fue nombrado qadi ("juez") por el sultán Muhammad bin Tughluq.

Nombrado juez en jefe y casado dentro de la familia real, se llegó a ver enredado en la política local, y terminó por marcharse de mala manera, al imponer Battuta juicios estrictos en el reino isleño, habituado al "dejar hacer".

Esta vez tuvo éxito, alcanzando en rápida sucesión Chittagong, Sumatra, Vietnam, y finalmente Quanzhou, provincia de Fujian, en China.

Desde allí siguió al norte hasta Hangzhou, no lejos de la moderna Shanghái.

La muerte estuvo presente durante el año siguiente porque la peste negra había comenzado, e Ibn Battuta estaba a su alcance conforme se extendía por Siria, Palestina y Arabia.

Durante el viaje hizo un último desvío hasta Cerdeña y luego volvió a Tánger para descubrir que su madre también había muerto, pocos meses antes.

Habiéndose afincado en Tánger durante unos años, Ibn Battuta comienza un viaje a al-Andalus (España musulmana).

Aunque Ibn Battuta nunca lo menciona abiertamente, esas noticias oídas durante su propio viaje debieron de incitar su curiosidad, porque decidió partir y visitar ese reino musulmán en el otro extremo del desierto del Sahara.

Esa visión frente a lo diferente se encontrará por tanto a la hora de hablar de caballo para referirse a los hipopótamos: "Ganamos un gran canal que sale del Nilo y que no se puede franquear sino en barca (…) Una vez llegados al canal contemplé cerca de la ribera dieciséis bestias, de naturaleza enorme, que me dejaron asombrado y pensé que se trataría de elefantes, los cuales abundan por allá, pero luego vi cómo entraban en el río y dije a Abū Bakr b. Ya‘qūb: «¿Qué animales son éstos?».

Aunque dudoso por la escasa hospitalidad del rey, permaneció, sin embargo, durante ocho meses antes de volver hacia el Níger y hasta Tombuctú que, aunque en los siguientes dos siglos llegaría a ser la ciudad más importante de la región, en esa época era pequeña e insignificante, e Ibn Battuta pronto siguió adelante.

[4]​ En cuanto a los aspectos virtuosos remarcados por el viajero dentro de esta cultura van a ser en primer lugar, la seguridad que hay en los territorios, mencionando que no se teme ningún asalto de maleantes o ladrones.

Desde entonces la fama de Ibn Battuta ha ido creciendo y es ahora una figura bien conocida en el Oriente Medio.

El título completo del manuscrito puede traducirse como Una obra maestra para quienes contemplan las maravillas de las ciudades y las maravillas del viaje ( تحفة النظار في غرائب الأمصار وعجائب الأسفار , Tuḥfat an-Nuẓẓār fī Gharāʾib al-Asjār fī Gharāʾib al-Asjārrib al-Asjār ).

Cuando llegó a dictar el relato de sus experiencias, tuvo que confiar en la memoria y los manuscritos producidos por viajeros anteriores.

[20]​ Ibn Battuta a menudo experimentó un choque cultural en las regiones que visitó donde las costumbres locales de los pueblos recién convertidos no encajaban con su origen musulmán ortodoxo.

[21]​ También sintió que las costumbres de vestir en las Maldivas y algunas regiones subsaharianas en África eran demasiado reveladoras.

[33]​ Gibb había propuesto a la Sociedad Hakluyt en 1922 que debería preparar una traducción anotada de toda la Rihla al inglés.

[35]​ El texto impreso de Defrémery y Sanguinetti se ha traducido ahora a varios otros idiomas.

Viajero árabe, ilustración de 1237, obra de Yahya ibn Mahmud al-Wasiti .
Placa en Tánger , donde se indica el posible lugar de la tumba de Ibn Battuta.
Copia histórica de partes seleccionadas del Relato de viaje de Ibn Battuta, 1836, El Cairo