La condesa francesa Ana de Foix-Candale, reina consorte húngara murió a los pocos días después de traerlo al mundo, quedando huérfano desde recién nacido.
[1] La floreciente corte húngara renacentista había entrado en un periodo de crisis después de la muerte del rey Matías en 1490, que afectó al reino en el aspecto militar, económico y político.
El obispo Jorge Szatmári fue el que en los últimos años actuó no solo como mecenas renacentista, sino como intermediario entre los húngaros y los Habsburgo, consiguiendo personalmente la ratificación en varias oportunidades de los compromisos matrimoniales entre ambas Casas reales.
[5] Solo contra este ataque, Luis II se dispuso a hacer frente al sultán otomano Solimán el Magnífico con un ejército reducido con en el que acampó en Mohács.
[5] Por este hecho, los deseos de Maximiliano I se cristalizaron, ya que extinguida la rama checo-húngara de los Jagellón, quedó como virtual pretendiente al trono el archiduque austriaco Fernando I, casado con Ana Jagellón, hermana del rey caído.