En cambio, no pudo intervenir Santo Tomás de Aquino que falleció cuando se dirigía al concilio.
Ante las indecisiones de los demás asistentes a la asamblea canónica, Jaime I se despidió del Santo Padre, abandonó la reunión con los miembros de su séquito y les dijo: "Barons, anar nos ne podem, que huy es honrrada tota Espanya" ("Barones, ya podemos irnos, que hoy ha quedado honrada toda España").
La última elección papal se había prolongado provocando que el trono de San Pedro permaneciera vacante durante casi tres años.
Para evitar una situación parecida en el futuro, el concilio publicó la bula Ubi periculum en la cual se establecía que los cardenales electores debían reunirse transcurridos diez días tras la muerte del papa, en total aislamiento y encerrados bajo llave, cum clavis (cónclave).
Si pasados otros cinco días seguían sin tomar una decisión, sus comidas serían reducidas a pan, agua y vino.