En este orden literario, se encuentra en primer lugar el llamado Pseudo Calístenes, del siglo III d. C., relato que trata la vida de Alejandro Magno.
Otro viajero que adquirió también una gran nombradía en la Baja Edad Media es el veneciano Marco Polo, cuyo libro es, en cierto modo, circunstancial, resultado del ejercicio de su profesión como comerciante por un continente asiático exótico y legendario.
Este es el caso del libro que se llamó Tratado de las cosas más maravillosas y notables que existen en el mundo o, más sencillamente, Libro de las maravillas, escrito por John Mandeville.
Los mongoles, acaudillados por Gengis Kan, se organizaron en un extenso ejército que alcanzó desde China hasta Irán y el Turquestán, llegando a alcanzar los bordes de Europa a través de la estepa rusa.
Cabe destacar, además, que las embajadas entre Enrique III y Tamorlán constituyen el episodio más importante de la diplomacia medieval castellana.
Su misión diplomática pretendía estrechar relaciones con otras naciones que pudieran neutralizar la amenaza otomana y en el año 1403 parte su comitiva, con destino a Samarcanda.
Durante este viaje, González de Clavijo escribió una canción a su mujer Mayor Arias, y ella le respondió enviándole otra.
Ambas poesías son del orden cancioneril, y representan un buen testimonio lírico de la conmoción humana que supuso la expedición.
Aun siendo una embajada civil, convenía que en ella fuese un fraile de esta Orden y con experiencia en el trato con los pertenecientes a otras creencias no cristianas.
En 1406, cuando estos volvieron con las deseadas noticias se dio paso a la redacción que muestra conciencia del tiempo narrativo.
Cabe destacar que en la versión original el primer embajador nombrado es Fray Alonso Páez de Santa María.
Cuando se encuentran ante Tamorlán, alega que su carta solo hubiese sido capaz de leerla él.
Esta propuesta fue apoyada por S. Cirac Estupiñan quien mostró la sobriedad del texto, lo cual es particular de los frailes.
Los diarios son relatos temporales sobre el presente del que se desea dejar un testimonio por escrito.
En la Embajada se puede ver cómo cuentan los hechos cronológicamente mediante menciones como: al amanecer, mediodía, horas de la noche… Es posible que Enrique III enviase a un escriba con habilidad para recoger información en poco espacio de los sucesos diarios.
Para que esto diese un resultado exitoso entre los lectores, se necesita un conocimiento de la descripción retórica.
En Sevilla fue preparado este viaje y, por ello, las ciudades son comparadas con algunos lugares de allí.
Aun así, existió la posibilidad de cotejar versiones entre los distintos relatos que aportaban los viajeros.