340-Civitas Treverorum, actual Tréveris, 385) fue un obispo hispanorromano que tras ser acusado de brujería y gnosticismo[1][2] fue ejecutado junto a otros compañeros.
[7] En torno al año 370 llegó a Burdigala (Burdeos) para formarse con el retórico Delfidio.
Se le reconoce una relación con la hija de ambos, Prócula, aunque san Jerónimo hace mención a una mujer llamada Gala como su pareja oficial.
Este prelado ocupó años después un lugar relevante entre los discípulos del hereje galaico.
El procónsul Volvencio ordenó la detención del obispo antipriscilianista y este se vio obligado a huir a Civitas Treverorum (Tréveris), bajo el amparo del obispo Britto.
Esta situación delicada le obligó buscar apoyos en la Iglesia católica, a su vez necesitada de amparo institucional para enfrentarse a los numerosos movimientos disidentes que la asediaban (arrianos, rigoristas, binionitas, patripasianos, novacianos, nicolaítas, ofitas, maniqueos, homuncionitas, catáfrigos, borboritas, o los propios priscilianistas).
De este modo se diseña un proceso judicial ad hoc que pretende condenar a los obispos hispanos por maleficium (brujería).
Esta sentencia, más favorable a las arcas del nuevo emperador, incluye la requisa de todas las propiedades personales de los acusados, quienes, recordemos, pertenecen a pudientes familias hispanas, sin afectar al patrimonio eclesiástico.
Este abandona el concilio y se dirige al norte, a Tréveris, en la Germania Superior, donde Máximo ha establecido su corte, para convencer al emperador de que tercie a favor de su grupo, sin saber que allí Itacio de Ossonoba ya ha tejido la red que acabará con su vida.
Tras obtener mediante tortura una confesión del mismo Prisciliano,[16] es decapitado junto a sus seguidores Felicísimo, Armenio, Eucrocia (la viuda de Delphidius), Latroniano,[17] Aurelio y Asarino.
Todos ellos se convierten en los primeros herejes ajusticiados por una institución civil (secular) a instancias de algunos obispos católicos.
En este año, según Sulpicio Severo, varios discípulos viajan hasta Tréveris con el permiso de Roma para exhumar los restos de su líder y llevarlos a su Gallaecia natal.
El concilio excomulgó y depuso a los rebeldes, convictos de herejía.
Se convocó el sínodo de Aquis Caelenis (actual Caldas de Reyes), donde los heterodoxos, aún aparentando admitir la Assertio fidei, perseveraron en sus doctrinas y prácticas, hasta mediado el siglo VI.
Prisciliano fundó una escuela ascética, rigorista, de talante libertario, precursora del movimiento monacal, y opuesta a la creciente opulencia de la jerarquía eclesiástica imperante en el siglo IV.
Abogó por la interpretación directa de los textos evangélicos, planteando el principio del libre examen.
Las fuentes principales que informan de la particular liturgia del priscilianismo son los cánones promulgados en los sucesivos concilios.
Además de los once textos descubiertos por Schepps, hay un libro de Prisciliano, conocido desde antiguo, publicado por el mismo Schepps como Priscilliani in Pauli Apostoli Epistulas (Canones a Peregrino Episcopo emendati.
No obstante, aunque el mismo Prisciliano -en los textos existentes que se conservan de él- condenó siempre tales movimientos y negó ser otra cosa que un cristiano verdadero, la existencia de elementos comunes entre estos y sus creencias parece cierta, dando como resultado una ambigüedad patente.
Todas estas características eran propias de los maestros gnósticos, o al menos atribuidas a ellos en tono condenatorio por los autores cristianos.
Su cosmología posterior, que promulga que solo el camino ascético puede liberar al hombre de la existencia terrena dominada por los demonios y devolverlo a la inmanencia atemporal de Dios, tan solo profundiza las similitudes.
[29] Sin embargo, Prisciliano condena el docetismo y el sincretismo, posiciones favoritas de los gnósticos, y no demoniza completamente la creación del mundo material, lo que le aleja de ellos.
[29] En suma, parece difícil, si no imposible, determinar el valor gnóstico del priscilianismo en comparación con su cariz cristiano.
Ahí hay una ermita dedicada a san Mamede, en cuyo interior han aparecido sarcófagos antropomorfos tallados en piedra que bien pudieran pertenecer al siglo IV.
La teoría de Guerra Campos se basa en la denominación popular con la que se conoció a los discípulos ajusticiados en Tréveris, hasta mucho tiempo después de su muerte: Los mártires (en gallego: Os mártires, gallego dialectal Os mártores), siendo este el único topónimo de estas características en toda Galicia.