Inocencio I

Según su contemporáneo, Jerónimo de Estridón, era hijo del papa anterior, Anastasio I[2]​, probablemente el único caso en la historia en que un hijo sucede a su padre en el papado.

Ejerció este derecho en muchas cuestiones diversas, especialmente en aquellas relacionadas con las celebraciones litúrgicas.

Se enfrentó firmemente a Pelagio y al pelagianismo, con tanta autoridad y decisión que Agustín de Hipona, cuando lo supo, pronunció aquella famosa frase que ha llegado a ser un refrán: Roma locuta, causa finita ("Cuando Roma ha hablado, la causa está terminada").

Inocencio no se encontraba en la ciudad, sino que estaba en la corte imperial en Rávena tratando de hacer negociaciones con Alarico.

Cuando regresó a Roma hizo lo posible por reparar los daños hechos por los godos.