El término deportación se aplica por igual a nacionales y extranjeros, no obstante, en el uso común la expulsión de los extranjeros suele denominarse deportación, mientras que la expulsión de los nacionales se denomina extradición, exilio (inducido) o destierro penal.
Por ejemplo, en el caso de los extranjeros, estos pueden ser deportados por intentar entrar al país sin acreditar los requisitos impuestos por el estado receptor (cantidad mínima obligatoria de dinero por cada día de estadía, vacunación, etc.) o por ingresar o haber ingresado con fines anticonstitucionales, haber cometido o intentado cometer algún delito (como permanecer en el territorio por más tiempo del permitido).
En países como Rusia o Irán, la deportación del extranjero incluso puede llevarse a cabo por no ser heterosexual,[1] un mal menor si se tiene en cuenta que una vez dentro de este último país podría ser condenado a la pena de muerte por lo mismo.
En todo caso, las causales que han llevado históricamente a la deportación de cualquier grupo es considerada como un acto segregacionista y ha conllevado en diversas oportunidades graves abusos e incluso el exterminio o genocidio de poblaciones enteras.
En 2015, en Venezuela el gobierno del presidente Nicolás Maduro dio la orden de estado de excepción en las fronteras con Colombia y los guardias venezolanos deportaron a los colombianos que vivían en Venezuela y además les quitó el derecho a hogar.