La sentencia de destierro podía ejecutarse a perpetuidad o durante un período especificado.
En Australia un convicto que había cumplido parte de su pena podía pedir un billete de salida, que le permitía ciertas libertades para reasumir una vida normalizada, casarse y fundar una familia.
Las colonias británicas en Norteamérica fueron utilizadas para el destierro penal desde principios del siglo XVII hasta la independencia en 1776.
El número de convictos transportados a Norteamérica todavía no ha sido verificado con exactitud, aunque el Dr. John Dunmore Lang estima que fueron unos 50.000.
El envío de convictos a otras colonias y estados australianos fue más reducido o inexistente.
Hasta esta época los convictos y sus descendientes tenían una gran influencia en la sociedad colonial australiana.
En 1858, bajo el Segundo Imperio Francés, empieza a aplicarse el "destierro penal" en Cayena pero es bajo la Tercera República Francesa que este sistema se expande masivamente, al construirse nuevas instalaciones carcelarias en las Islas de la Salvación, un archipiélago situado frente a las costas de la Guayana Francesa.
Pese a esto, las leyes francesas ordenaban que, al cumplir la pena, el reo debía quedarse en la Guayana por un periodo igual al de su condena, pero si ésta sumaba más de ocho años le estaba prohibido volver a Francia.