Fauna abisal

[5]​ En la zona abisal se han identificado diversas especies de peces, pulpos, picnogónidos, medusas, calamares, gusanos, entre otras, con características y adaptaciones especiales que son vitales para la supervivencia.[5]​ Por ejemplo, la bioluminiscencia juega un papel relevante ya que por medio de este fenómeno las especies atraen a sus presas y también sirve para ver en la oscuridad.[12]​ Este fue construido tomando como base otro submarino llamado en aquella época benthoscope, cuyo objetivo principal era la investigación de diversas especies marinas en las profundidades.[12]​ El benthograph contó con una cámara especial cuyo diseño estuvo a cargo del ingeniero Maurice Nelles, después de que George Allan Hancock (promotor de la fundación Allan Hancock) le encomendara esta tarea.[17]​ Durante la primera y segunda década del siglo XXI, las exploraciones a las profundidades abisales han sido más frecuentes.[18]​ Se cree que los ecosistemas existentes en las profundidades marinas son la «última frontera de la exploración humana en la Tierra».[19]​ Tanto biólogos como científicos afirman que cerca del 80 o 90% de todas las especies abisales son nuevas para la ciencia.En esta parte la luz solar penetra en menor medida, es por esto que en ella no se logra completar la fotosintesís.[21]​ Esta área contiene al menos 200 especies, entre las que se encuentran los peces balón, cetomímidos, sinafobránquidos, entre muchos otros.[26]​ Debido a la ausencia de la luz solar, las criaturas presentan una visión reducida (en algunos casos los animales son ciegos) y ojos grandes que perciben únicamente destellos bioluminiscentes.[34]​[35]​ Debido a la falta de alimento y luz, estos organismos marinos han presentado cambios evolutivos tales como estómagos deformables, órganos bioluminiscentes, dientes desproporcionados y bocas y cabezas de gran tamaño que, en ocasiones, son más grandes que sus cuerpos, como el caso del pez pelicano (Eurypharynx pelecanoides) cuya cabeza es desproporcionadamente grande.[41]​ Las termoclinas son más fuertes en los trópicos, donde la temperatura de la zona epipelágica suele ser superior a 20 °C.Entre ellas, por ejemplo, está la capacidad de producir luz, lo que se conoce como bioluminiscencia; también se sabe que utilizan otros sentidos más adecuados para percibir el entorno como la sensibilidad a campos eléctromagnéticos de otros animales.[46]​ La fotosíntesis a su vez requiere energía de la luz solar para impulsar las reacciones químicas que producen carbono orgánico.[46]​ La parte inferior de la zona fótica, donde la intensidad luminosa es insuficiente para la fotosíntesis, se denomina región disfótica.[48]​ Por último, la afótica se constituye como la capa oceánica más lejana comprendida por la batial, abisal y hadal, regiones donde prevalece la oscuridad.[48]​ Se sabe que los organismos abisales han evolucionado para sobrevivir a las más altas presiones de las profundidades oceánicas.[55]​ Una «trampa presurizada especial», artefacto creado por el biólogo Jeff Drazen, es una de las más grandes invenciones ya que «permite capturar peces en el fondo del océano y llevarlos a la superficie a la misma presión y temperatura que existe en su entorno natural».[59]​ Sin embargo, todavía no hay reportes sobre monoplacóforos en el pacífico occidental y solo se ha identificado una criatura abisal en el océano Índico.[70]​ La zona afótica posee varios ecosistemas específicos ricos en biodiversidad y no depende exclusivamente de la luz.[84]​ La estructura y la función de los ecosistemas abisales están fuertemente influenciadas por las partículas de materia orgánica que caen al fondo marino, conocidas como nieve marina y la composición del material que se asienta.[90]​[91]​ Los animales que viven en la zona abisal presentan tasas metabólicas extremadamente lentas, como por ejemplo, los mixines o peces bruja.[106]​ El tiburón de seis branquias o cañabota gris Hexanchus griseus es un escualo que también vive en las regiones abisales.Normalmente miden poco más de 3 centímetros, aunque existen otros que sobrepasan los 50 centímetros extendiéndose hasta 70 o más,[114]​ además suelen alcanzar grandes profundidades de hasta 6 kilómetros,[115]​ especialmente en aguas profundas del mar Mediterráneo, y los océanos ártico y antártico.En estas se percibe la ausencia total o parcial de los conos, además poseen una capa reforzada llamada tapetum lucidum, una especie de tejido que reflecta los rayos luminosos que han entrado en los ojos y sirve para reforzar la visión nocturna.[148]​ En esta parte no existe vegetación que realice la fotosíntesis, esto sucede únicamente en las capas oceánicas superiores iluminadas por el sol.Cuando los organismos que viven en estas capas mueren, sus restos descienden lentamente hacia las profundidades del océano como nieve marina.[150]​ Sin embargo, este proceso es contraproducente ya que también se constituye en una dieta alimenticia para otros animales abisales como los gusanos de tubo.[158]​ Además de estos avances, CeDAMar desarrolló otros proyectos oceanográficos en el océano Atlántico, Pacífico, Índico y Antártico con el fin de evaluar la biodiversidad marina, diseñando nuevas iniciativas e identificando aquellas regiones que nunca habían sido investigadas.[161]​ Existen depósitos de cobre, níquel, cobalto y otros elementos en los fondos abisales del océano Pacífico, así como también, metales valiosos tales como el oro, plata, cobre, cobalto, zinc, manganeso, entre otros, que provienen de las fuentes hidrotermales.
Mosaico de diversas especies abisales.
El sumergible DSV Alvin en las profundidades del océano. Además de explorar la fauna marina también ha realizado investigaciones sobre las fuentes hidrotermales que se encuentran a más de 2500 metros de profundidad.
Capas oceánicas.
Pez demonio ( Malacosteus niger ).
Microorganismos encontrados en las profundidades marinas.
Ejemplos de especies abisales.
Chauliodus macouni , encontrado a 5000 metros de profundidad.
Architeuthis , especie que alcanza grandes dimensiones y profundidades.
Pez ballena rojo Barbourisia rufa .