Algunos insectos como los tisanuros o pececillos de plata presentan desarrollo directo.
En este caso, a medida que crece el insecto aumenta en tamaño, pero no cambia de forma.
[4][5] [5] En la metamorfosis sencilla, simple o incompleta (hemimetabolismo) el individuo pasa por varias mudas hasta transformarse en individuo adulto, sin pasar por una etapa de inactividad y sin cesar de alimentarse.
Los estadios juveniles o inmaduros se asemejan al adulto fuera de que son más pequeños, carecen de alas y no son maduros sexualmente.
La anatomía interna sufre cambios relacionados con la vida adulta tales como la elaboración de musculatura torácica necesaria para el vuelo, reorganización del sistema nervioso para el control del vuelo y desarrollo de gónadas con sus respectivos ductos y glándulas accesorias; los sistemas digestivo y excretor (tubos de Malpighi) no sufren mayores cambios pues el adulto suele retener los mismos hábitos alimenticios que la ninfa.
En las larvas se encuentran grupos de células indiferenciadas que generan los nuevos tejidos, estos se conocen como discos imaginales pues dan origen al imago.
El crecimiento y metamorfosis de los insectos están regulados por hormonas efectoras, que son controladas por neurohormonas en el cerebro.
El proceso de muda inicia en el cerebro, donde las células neurosecretoras liberan la hormona protoracicotrópica (PTTH) en respuesta a señales neuronales, hormonales o ambientales.
En los tejidos periféricos, esta hormona es modificada para convertirse en su forma activa, la 20-hidroxiecdisona que es liberada en la hemolinfa.
Las concentraciones hormonales necesarias para la muda son diferentes a lo largo de la epidermis, la última fase donde la concentración empieza a disminuir controla los eventos tardíos del desarrollo del adulto, si durante esta etapa se aumenta artificialmente los niveles de la hormona, la eclosión del imago se ve interrumpida.
Cuando la hormona juvenil está presente, la 20-hidroxiecdisona estimula mudas que generan nuevos estadios larvales.
[5] Las células imaginales presentes en las larvas se agrupan en discos imaginales que dan origen a estructuras del adulto: alas, patas, antenas, ojos, cabeza, tórax y genitales, estos discos se caracterizan porque a diferencia del resto de células en la larva tienen una alta capacidad mitótica, su tasa de proliferación aumenta a medida que se diferencian.
Finalizada la diferenciación de las estructuras exoesqueléticas, secreciones en las mismas forman la cutícula.
Se asocia con la preparación de un organismo acuático para una existencia principalmente terrestre.
En el ciclo vital típico de un anfibio los huevos, tras una fecundación externa, son depositados en el agua.
Emergen de este como adultos pequeños; en algunos casos aún poseen cola, que se reabsorbe en unos pocos días.
[4] La metamorfosis en anfibios está controlada por las hormonas: tiroxina (T4) y triyodotironina (T3) secretadas por la glándula tiroides.