[16] La locuacidad o verbosidad puede referirse tanto a un discurso como a un escrito ("tocho",[17] "mamotreto",[18] "peñazo",[19] "rollo")[1] caracterizado por usar un exceso de palabras que, si no consiguen expresarse con fluidez y elocuencia (facilidad de palabra),[20] provocan el tedio (lo que permite calificarlo como "plúmbeo").
[32] Incluso el lenguaje poético puede caer en este vicio, cuando produce composiciones o versos tan largos y ampulosos[35] que reciben la denominación irónica de sesquipedálicos (del latín sesquipedālis, que mide un pie y medio); el mismo término se usa para denominar el uso innecesario de palabras largas, que habitualmente delatan una intención pedante o petulante,[36] y en algunos casos caen en la ultracorrección.
proiicit ampullas et sesquipedalia verba, si curat cor spectantis tetigisse querella.El alumno escribe lo que se le dicta.
[41] Prolífico[42] es el escritor que escribe mucho; si esa actividad llega a límites patológicos, es un grafómano.
Se encuentra en cuatro tipos de personalidades: el extrovertido, el ansioso, el histriónico y el narcisista.