Brasil tiene una de las redes fluviales más amplias, diversas y extensas del mundo.
El potencial hidrográfico es también utilizado para el riego artificial, la navegación turística, la pesca y extracción de arena.
Debido a que el clima tropical prevalece en la mayor parte del territorio, las crecidas se producen durante el verano, excepto en algunos ríos en el noreste, cuyas crecidas se producen en otoño e invierno.
Además del río principal, cuenta con sus numerosísimos afluentes, siendo los más destacados los siguientes: en la margen izquierda, los ríos Içá, Japurá (Caquetá), Negro y Trombetas; en la margen derecha, los ríos Juruá, Yavarí, Putumayo, Purus, Madeira, Tapajós y Xingu.
Así, el río Amazonas tiene siempre un gran volumen de agua, ya que sus afluentes tienen las crecidas en diferentes momentos del año.
El río Amazonas, el más largo del mundo, tiene 6992,06 km de los cuales se encuentran 3.165 kilómetros discurren en territorio brasileño.
La mayor parte del río corre por la llanura sedimentaria Amazónica, aunque sus fuente en su totalidad son accidentadas y de gran altitud.
Además del Paraguay, destacan algunos ríos menores, como el Miranda, el Taquari, el río Apa y el São Lourenço.
Sus principales plantas hidroeléctricas son las siguientes: Casita, Machadinho, Pinheiro, Estreito do Sul y Iraí.
En esta región discurren ríos de régimen austral, en el sur, y ecuatorial, en el norte.
Formada por el río São Francisco y sus afluentes, la cuenca está enteramente localizada en territorio brasileño.
Con un régimen tropical austral, con inundaciones en el verano, tiene una tasa que varía desde los 1.000 m³/s durante las épocas de sequía, hasta los 10.000 m³/s en las crecidas.
Destacan los ríos Ribeira do Iguape, en el estado de São Paulo; Itajaí, en Santa Catarina; Jacuí y Camacuã, en Río Grande del Sur.