Los macedonios acababan de finalizar la primera guerra macedónica y Filipo, viendo la oportunidad de derrotar a Rodas, formó una alianza con los etolios y los piratas espartanos quienes comenzaron a atacar los navíos rodios.
Filipo también se alió con varias ciudades importantes de Creta, como por ejemplo Hierápitna y Olunte.
Para acercarse a su meta, formó una nueva alianza, esta vez con Antíoco III el Grande, rey del Imperio seléucida, contra Ptolomeo V de Egipto (el Imperio Seléucida y Egipto era los otros dos estados diádocos).
Mientras Filipo se encontraba saqueando el territorio pergameno y atacando ciudades en Caria, Átalo I de Pérgamo se dirigió a Atenas intentando crear una distracción y consiguió forjar una alianza con los atenienses quienes, de inmediato, declararon la guerra a los macedonios.
Sin embargo, los romanos le advirtieron que retirase sus tropas o se enfrentaría a una guerra contra Roma.
Tras sufrir una derrota ante las flotas rodias y pergamenas, Filipo se retiró aunque no sin antes atacar la ciudad de Abidos en el Helesponto.
[2] Filipo veía dos formas de sacudir el dominio rodio del mar: la piratería y la guerra.
El atractivo para estas naciones era la promesa de los inmensos botines capturados a las naves rodias.
El Senado romano intentó persuadir a la población de entrar en guerra, incluso después de que Pérgamo, Cícico y Bizancio se hubieran unido a los rodios, pero pudo influenciar la determinación del pueblo.
El plan de Filipo era utilizar las islas septentrionales del Egeo como escalones hasta llegar a Rodas.
[12] Viendo que Filipo se acercaba, Átalo huyó aterrado y fue forzado a encallar sus naves.
[12] Filipo, creyendo que Átalo había muerto durante la persecución, comenzó a hacer remolcar el barco insignia pergameneo.
[12] Entretanto, la situación en el flanco derecho aliado se había invertido y los macedonios se vieron forzados a retirarse, permitiendo que los rodios tomaran sus barcos dañados y los llevaran al puerto de Quíos.
Con esta y otras medidas adoptadas, Átalo esperaba evitar que Filipo lograse un gran botín dentro de su territorio.
Como la gente de Magnesia no tenía grano, Filipo se conformó con suficientes higos para alimentar a todos sus hombres.
Sitió y capturó Cauno, que se encontraba bajo el control de Rodas.
La situación del campamento macedonio se volvió tan grave que estuvieron a punto de rendirse.
Al oír las noticias, Átalo y los rodios comenzaron a aprestar sus navíos para el ataque.
[23] Entretanto, las delegaciones de Rodas, Pérgamo y Atenas viajaron a Roma para hablar ante el Senado.
[23] Los macedonios avanzaron luego sobre el Quersoneso tracio, donde capturaron las ciudades de Perinto, Sesto, Eleo, Alopeconeso, Kallipolis y Mádito.
Estos hombres ofrecieron rendir la ciudad ante él bajo dos condiciones: que las guarniciones de Rodas y Pérgamo pudieran abandonar la ciudad bajo una tregua y que todos los ciudadanos tuvieran permiso de irse a donde desearan con lo puesto.
[25] Para llevar a cabo estas tareas, fueron elegidos cincuenta de los hombres más ancianos y confiables.
En consecuencia, cuando amaneció, enviaron a algunos sacerdotes y sacerdotisas con adornos de vencedores para los macedonios, rindiendo la ciudad ante Filipo.
El más joven de los embajadores romanos, Marco Emilio Lépido, había oído acerca del sitio de Abidos cuando él estaba en Rodas y se dirigió a Abidos para ver a Filipo.
Filipo se sorprendió al ver esto y publicó una proclama anunciando que «otorgaba tres días de gracia a aquellos quienes deseasen colgarse o apuñalarse».
[26] El pueblo de Abidos, que estaba dispuesto a cumplir con su juramento, pensó que aceptar la propuesta de Filipo sería una traición para quienes ya habían muerto y se negaron a vivir bajo estos términos.
El fin de las hostilidades permitió que los rodios ayudaran a sus aliados en la segunda guerra macedónica.
La guerra no tuvo ningún otro efecto a corto plazo sobre el resto de Creta.
[1] Átalo murió en 197 a. C. y fue sucedido por su hijo, Eumenes II, quien continuó con la política antimacedonia de su padre.
Mientras tanto, Pérgamo obtuvo tras la guerra varias islas egeas que habían pertenecido a Filipo, convirtiéndose en el mayor poder de Asia Menor junto con Antíoco.