[9] La relación con el asturleonés —dentro del romance íbero-occidental— ya se documenta desde autores como Menéndez Pidal, Manuel Alvar, Emilio Alarcos Llorach y otros.
Se considera una variedad lingüística del diasistema astur-leonés, aunque hoy está prácticamente extinguida y fuertemente castellanizada.
Dicho término puede llevar a confusión, pues en principio la palabra carecía de sentido lingüístico y designaba únicamente al labrador extremeño castizo.
José Antonio González Salgado, un habla regional castellana, mientras que otros filólogos ven rasgos de una variante idiomática que sí estaba presente en el pasado de una forma mucho más notoria.
Allí compartió espacio como una lengua vernácula más junto al occitano, el provenzal, el romaní o el gaélico, entre otras.
[25] Las estadísticas que se manejan sobre el número de hablantes son antiguas y no muy fiables.
Sin embargo existen algunas zonas, como por ejemplo Garrovillas de Alconétar y otras pequeñas localidades, donde no solo la gente mayor conserva bastantes rasgos.
La edad media de sus hablantes supera los 60 años, permaneciendo relegado al mundo rural, siendo puesto en valor en la actualidad por filólogos, historiadores, escritores y periodistas.
[4][26] Las lenguas más emparentadas históricamente son el portugués y el leonés, aunque sobre todo presenta influencia del castellano en su evolución.
Las hablas extremeñas se clasifican normalmente en tres ramas: altoextremeño, medioextremeño y bajoextremeño.
En el altoextremeño estos rasgos meridionales se dan conjuntamente al lado del resto de los rasgos propios y los asturleoneses (como se puede leer más abajo en el apartado "características"), de forma que podría decirse que estos mismos rasgos propios, arcaizantes (como la d procedente de z sonora medieval) y meridionales llegan a compensar la falta de otros rasgos asturleoneses perdidos que se dan en otras hablas del diasistema asturleonés, y tomados en conjunto aportan a la personalidad lingüística diferenciada del altoextremeño y la configuran.
De hecho, la constatación de la existencia de un contínuum desde las hablas más castellanizadas del sur y el este a las más diferenciadas del castellano en el norte sobre un fondo similar de rasgos meridionales (no es completamente falso que las hablas extremeñas del sur posean notoriamente más rasgos fonéticos y morfosintáticos meridionales compartidos con las hablas andaluzas que las del norte, pero véase el apartado características), lo cual pone en relación unas hablas extremeñas con otras, hace que a menudo se reserve el glotónimo extremeño a secas para el altoextremeño, que es de hecho el más adoptado por los propios hablantes aparte del gentilicio de su propia localidad o comarca (hurzanu, serraillanu, mairoñeru, garrobillanu, portageru, montermoseñu...), incluso más que el de castúo (castú o castúu en altoextremeño), que también es empleado a veces con poca propiedad para referirse al altoextremeño.
Sólo en Asturias era la gente consciente de hablar una lengua diferenciada del castellano.
[29] En el siglo XVI encontramos las primeras referencias escritas en estremeñu con Diego Sánchez de Badajoz.
Diego Pérez de Mesa, en su obra las Adiciones (1595), ya distingue con precisos caracteres culturales a los extremeños.
En el siglo XIX, el primer intento serio de escribir en extremeño, tras Vicente Barrantes, se debe al famoso poeta José María Gabriel y Galán.
El alfabeto usado por el extremeño es el alfabeto latino, del que se emplean 25 letras: a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, l, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, x, y, z. En extremeño, además de las veinticinco letras arriba indicadas, existen seis dígrafos o combinaciones de dos letras, que se emplean para representar gráficamente los siguientes fonemas: a) El dígrafo ch representa el fonema /ʧ/: chinchi, chonchu.
Se puede oír en la grabación la Fuente Nueva: "...Comu quandu entran unus alcaldis ḥazin una cosa, quandu entran otrus alcaldis puedin ḥazel otra, y lo que ḥazi el unu no le gusta al otru, pues daí está toítu eschangau..." (sic).
Desde las obras de José María Gabriel y Galán (Extremeñas, 1902; La jurdana, 1904; entre otros) y Luis Chamizo (El miajón de los castúos, 1921; Extremadura, 1932; o el poema La Nacencia, 1921), el extremeño hablado tradicionalmente se ha plasmado en textos escritos, lo que ha configurado una literatura vernácula.
La obra de Gabriel y Galán, El Cristu Benditu, fue la primera poesía escrita en extremeño.
Cada vez son más los nuevos poetas y escritores que utilizan esta lengua como vehículo de cultura.
En ella se encuentran textos de diversos autores como: José María Alcón Olivera, Antonio Garrido Correas, Bienvenido Gutierro, José Benito Mateos Pascual, Juan Francisco Reina Raposo e Ismael Carmona García.
Aniceto Garrido Retortillo (poeta), Mario Simón Arias-Camisón (escritor), Cruz Díaz Marcos (poeta), Fran Herrero Uceda (folclorista), José María Alcón Olivera (novelista), Miguel Herrero Uceda (escritor), Javier Feijoo (poeta), Ismael Carmona García|(filólogo), Mª Ángeles (esposa de J. Feijoo), Elisa Herrero Uceda (escritora), Antonio José Herrero (pintor e ilustrador) o Juan Francisco Reina (bloguero y activista cultural) son algunos de los autores en extremeño o castúo en sus distintas variedades y con distintas ortografías.
La página está dedicada al estudio, difusión y aprendizaje del idioma.
[42] Belsana (2001) fue una importante revista de internet, siendo la primera publicación digital con palabras en extremeño, y estaba escrita prácticamente en su totalidad en altoextremeño (artuestremeñu), tanto las noticias como los artículos científicos.