Está compuesta por las dos provincias más extensas de España: Cáceres y Badajoz.
Extremadura es la cuna de los más famosos conquistadores del Nuevo Mundo, Francisco Pizarro y Hernán Cortés, conquistadores de los imperios incaico y azteca, respectivamente.
Los restos más antiguos se corresponden con la fase media del periodo Achelense, hace unos 700 000 años.
Los instrumentos más destacados de esta época son el bifaz, el hendedor y el pico triédrico.
Se construyeron con la técnica mediante la cual calculaban el tamaño del instrumento antes de extraer de la piedra matriz un fragmento adecuado al instrumento que pretendían fabricar.
Aunque son muy pocos los datos que se conocen sobre el Epipaleolítico en la actual región de Extremadura, el Neolítico trajo algunas modificaciones en la subsistencia de las comunidades humanas que habitan la región.
En la actualidad los estudios más recientes consideran que el Neolítico en Extremadura comenzó en la transición del VI al V milenio a. C. Se supera así el concepto de Neolítico Tardío que algunos autores habían empleado, creyendo que la aparición de la agricultura habría sido mucho más tardía en esta zona de España.
En estos yacimientos se han encontrado cerámicas decoradas, sobre todo la variedad conocida como «boquique», por haberse documentado por primera vez en esta cueva de Plasencia.
Las cerámicas se caracterizan por ser prácticamente lisas, con escasas decoraciones y formas simples.
Durante el Calcolítico o Edad de Cobre, las comunidades humanas prehistóricas realizan avances en la explotación agropecuaria del medio, se desarrolla la metalurgia con el inicio de la transformación del cobre hacia el III milenio a. C. en Castillejo.
Los lusitanos (Lusitani) (los más arquetípicos de Extremadura), que se extendían por casi la totalidad de la actual Extremadura y centro de Portugal, pueblos pastores dedicados al pillaje y la guerra; cabe destacar la imagen del líder lusitano Viriato y su resistencia férrea frente a los romanos.
Situados al sur, próximos al Guadalquivir, se encontraban los célticos (Celtici), eran principalmente urbanos y ofrecieron poca resistencia a las tropas romanas, por lo que no fueron obstáculo para el avance de estas.
La tierra de esta confederación lusitana sufrió una romanización completa y profunda.
Se estima que su población llegó a superar los 50 000 habitantes en época romana.
El temido peligro llegaría en el siglo V, dejando a la provincia abandonada y en ruinas.
Otras, como Augustobriga, Cáparra y Iulipa cayeron en el olvido, a pesar de quedar en pie formidables monumentos.
Este condado se convertiría en un reino independiente años después y comenzaría su expansión hacia el sur hasta llegar a Faro.
En 1229 Alfonso IX tomó Cáceres, tras varios intentos fallidos previos, siendo el primero el de Fernando II en 1169.
También ese año llevó a cabo la conquista de Mérida —muy importante para los monarcas leoneses por ser sede episcopal de un obispado visigodo, lo cual lo encadenaba a la antigua tradición eclesiástica mozárabe—.
[6] Es de resaltar que durante esta época convivieron pacíficamente islam, judaísmo y cristianismo, llamadas las tres culturas, hasta que los Reyes Católicos, después de finalizar la llamada Reconquista, decretaron la conversión al cristianismo o expulsión de todo individuo judío o musulmán que no aceptara la nueva doctrina oficial.
Un rasgo característico de la región fue la emigración masiva a América.
La guerra con Portugal transformó las ciudades y los pueblos extremeños de una manera notable.
Durante la Guerra de la Independencia Española (1808-1814), Extremadura registra un nuevo periodo de convulsiones y penurias al estar situada en la encrucijada estratégica[10] por la que pugnan las tropas ocupantes francesas y las nacionales, ayudadas por el ejército inglés al mando del duque de Wellington.
Durante este periodo, la guerra y las hambrunas contribuyen aún más a la despoblación de la región.
La segunda mitad del siglo XX estuvo marcado por la sangría demográfica en la región.