Klemens von Metternich
Allí, bajo la guía de su padre, conocería al futuro emperador austriaco Francisco II y haría muchas amistades entre los numerosos aristócratas asistentes.En Inglaterra tuvo contacto con el rey y con los principales estadistas del país (William Pitt, Charles James Fox, Edmund Burke).Peor aún, en octubre los franceses ocuparon la orilla izquierda del Rin y tomaron las propiedades de su familia, lo que lo obligó a refugiarse con sus padres en Viena.Allí, en 1795, se casó con la condesa Eleonore von Kaunitz, nieta del canciller austriaco Wenzel Anton Kaunitz, con las condiciones de que la novia seguiría viviendo con su familia y que Metternich no serviría en la diplomacia mientras viviera su suegro.En 1801, la derrota del Sacro Imperio en la Segunda Coalición sacudió los círculos diplomáticos, y al prometedor Metternich se le ofreció ser embajador en Ratisbona, Copenhague o Sajonia.En Francia, conoció a Napoleón y a Talleyrand (esta última relación le sería de gran utilidad en el Congreso de Viena y se hizo enormemente popular en la alta sociedad parisina.A tal fin, procuró hacer todo lo posible para que la nueva alianza entre franceses y rusos no cuajara.Metternich (que entretanto había vuelto a Viena, en un intercambio entre diplomáticos austriacos y franceses) reemplazó al desprestigiadísimo Stadion como ministro de Estado y consiguió, tras difíciles negociaciones, salvar la monarquía austriaca de correr la misma suerte que la española.No obstante, hasta la campaña napoleónica en Rusia, Metternich procuró mantener deliberadamente un perfil bajo y, de hecho, Austria despachó un contingente de tropas para que formara parte de la Grande Armée (Metternich logró que ese contingente fuera mucho más pequeño que el prusiano).Libres de su mayor enemigo, Metternich y Francisco I desplegaron una activa diplomacia destinada a mantener el absolutismo en Europa.Como máximo líder de la Contrarrevolución, Metternich envió al ejército austriaco contra los nacionalistas italianos.Así, a pesar de las reiteradas súplicas para que no lo hiciera, Francisco José empezó la Segunda Guerra de la Independencia Italiana contra el reino del Piamonte-Cerdeña y Francia.