La pintura neoclásica es un movimiento pictórico nacido en Roma en la década de 1760 y que se desarrolló en toda Europa, arraigando especialmente en Francia hasta aproximadamente 1830, en que el Romanticismo pasó a ser la tendencia pictórica dominante.
Pero en muchas ocasiones, el tránsito de uno a otro estilo no es fácil, porque tienen rasgos semejantes.
Si lo característico del Neoclasicismo era revivir otra época, en concreto la Antigüedad clásica, realmente no se diferencia de intentar recrear la Edad Media o la vida en países orientales, pues en ambos casos se recurría a temas exóticos, ajenos a la realidad de la sociedad en la que el pintor trabaja.
En las artes plásticas, el movimiento europeo llamado «Neoclasicismo» comenzó después del año 1765, como una reacción a los estilos Barroco y Rococó.
Ello se debió en gran medida a los descubrimientos arqueológicos de la época en Herculano (1738) y Pompeya (1748).
Se difundieron obras arqueológicas y otras que reproducían imágenes de las ruinas clásicas.
Lessing publicó su ensayo estético Laocoonte; gracias al debate entre Lessing y Winckelmann a propósito de la estatuaria helenística, los artistas aprendieron que los grandes sufrimientos se expresan mediante movimientos contenidos y no con gesticulaciones desagradables.
Para Winckelmann el ideal estaba más bien en la Grecia del siglo V a. C. mientras que la Francia de la época revolucionaria se fijaba más en la Antigua Roma: la Roma republicana durante el periodo revolucionario, y luego el Imperio de los Césares durante el periodo napoleónico.
Esa época se intentó revivir en diversos aspectos, incluido el arte y la pintura.
Cada movimiento artístico «neo»-clasicista selecciona algunos modelos entre todos los clásicos posibles que están a su disposición, e ignoran otros.
La superficie del cuadro aparecía lisa, con una factura impecable en la que difícilmente se apreciaban las pinceladas del autor, lo cual contribuía a establecer la distancia entre el autor y el tema y de éste con el espectador.
No son cuadros de gran profundidad, sino con una construcción frontal que recuerda a los frisos y bajorrelieves clásicos.
El marco suelen ser arquitecturas arcaizantes, y no paisajes, y si la escena ocurría en un interior, a veces se dejaba este segundo plano en la penumbra para que nada distrajera de la escena que se desarrolla en primer término.
Un primer intento de revivir la Antigüedad clásica, si bien desde una estética rococó, viene representado por el francés Joseph Marie Vien (1716-1809), que residió durante unos años en Roma y fue maestro de Jacques Louis David, máximo representante del Neoclasicismo.
La variada biografía de David representó los cambios políticos que se sucedieron en Francia.
Contra los soportales que quedan detrás, se ponen las figuras heroicas, modeladas de manera escultórica como si se tratara de un friso, igualmente en tres grupos que se corresponden con los arcos: los tres hermanos Horacios a la izquierda, en el centro su padre con las espadas tomándoles juramento de que sacrificarán sus vidas por la patria y las hermanas y esposas llorando desconsoladamente a la derecha.
Una especie de iluminación artificial alumbra a las figuras, centrándose en los Horacios y las espadas.
La puesta en escena, en cuanto al decorado y el vestuario, recuerda la de la ópera, aunque con una verosimilitud arqueológica.
A Girodet intentó imitar al principio François Gérard (1770-1837), pero destacó sobre todo en los retratos, género no apreciado en el Neoclasicismo y que por su sentimentalismo preludiaba el Romanticismo.
Como ocurre con Girodet, las primeras obras de Pierre Paul Prud'hon (1758-1823), Jean-Baptiste Regnault (1754-1829) y Germain Jean Drouais (1763-1788) pertenecen a la estética neoclásica.
Fuera de Francia, un artista destacado en el establecimiento y evolución del Neoclasicismo fue el alemán Anton Raphael Mengs (1728-1779).
En Italia, pueden verse obras del estilo de David en Andrea Appiani (1754-1817) y Vincenzo Camuccini (1771-1844).
En Stuttgart desarrolló su labor Gottlieb Schick (1776-1812) que trabajó en París con David e Ingres y en Roma.